jueves, 25 de septiembre de 2008

La "U" aparece en México

La Mala Simiente


Aunque algunos historiadores y analistas pudieran ser de la opinión de que el tema que nos ocupa aquí tiene sus orígenes en la Guerra Cristera (1927-1929) que se llevó a cabo en los Altos de Jalisco y en Colima, es necesario remontarnos no sólo varias décadas atrás sino inclusive fuera de México, primero a Europa y posteriormente a los Estados Unidos.

A principios del siglo XX, Rusia, gobernada rígidamente por una monarquía autocrática, tuvo la dudosa distinción de contar entre sus hijos a dos monjes nefastos cuyo paso por este mundo marcaría en buena medida muchos de los acontecimientos más dramáticos vividos en dicho siglo. La Rusia Zarista era gobernada por la dinastía de los Romanoff, renuente a adoptar cualquier modificación en su forma de gobierno que pudiera darle un poco de poder al pueblo ruso al cual gobernaba, para el cual la esperanza de poder tener una democracia parlamentaria como la que se gozaba en Inglaterra, Francia o Norteamérica parecía un sueño inalcanzable. Y aunque había algunos “alborotadores”, estos no representaban amenaza alguna para el régimen autoritario del Zar Nicolás II, el cual tenía a su servicio una policía secreta que no sólo era muy eficiente, sino quizá demasiado eficiente.

Nicolás II no había tenido problema alguno para ejercer un largo reinado dejándole la silla imperial a alguno de sus hijos, de no ser por un error garrafal que terminaría pagando con su propia vida junto con su esposa y sus hijos: el ingreso de Rusia a la Primera Guerra Mundial, una entrada que el Zar con su enorme poder autocrático pudo haber evitado, aunque no lo hizo. Al ingreso de Rusia a la Primera Guerra Mundial se sumó la catástrofe de que el Zar partiera hacia el frente de guerra dejando el poder en manos de su esposa la Zarina, la cual a su vez estaba completamente controlada por un monje tan disoluto como intrigante y corrupto, un personaje casi nunca mencionado en la literatura de la derecha ultra-radical, Rasputín (no-judío). La descomposición en la que entró el gobierno centralizado de Rusia y el caos económico y social en el que se fue hundiendo el país al estar metido en una guerra para la cual el país no estaba preparado comenzó a ser aprovechado oportunísticamente por aquellos “alborotadores” que, viendo la oportunidad que habían estado esperando, empezaron a movilizar a las masas descontentas con el fin de derrocar a los ineptos gobernantes de Rusia que estaban hundiendo al país. Es en medio de este caos que adquiere relevancia un documento extraño, dado a conocer a Rusia por vez primera por otro monje, un burócrata de nombre Serge Nilus. El documento hablaba acerca de un plan mundial para apoderarse del planeta, del cual supuestamente se atribuían como sus autores unos judíos de los cuales nadie supo nunca nada excepto que en el documento fueron bautizados como Los Sabios de Sión. Lo que nadie sabía en aquél entonces fué que el documento era un documento apócrifo, un fraude literario, seguramente forjado por agentes laborando al servicio de la policía secreta del Zar (hay historiadores ques sospechan que pudo haber sido elaborado por el mismo Serge Nilus) con el fin de desviar la atención rusa hacia un “enemigo común”, el “judío que se quiere apoderar de Rusia”, unificando al pueblo ruso en torno a su decadente monarquía, maniobra que a fin de cuentas no produjo los resultados esperados pero en cambio sí sembró las semillas para eventos colosales que habrían de ocurrir años después de que se colapasara la monarquía rusa por su propio peso.

El fraude literario, desde la fecha en la que apareció publicado en Rusia en 1905 por vez primera, tardaría 16 años en ser desenmascarado, tiempo precioso que fué aprovechado por gente con dobles intenciones para llevar a cabo la impresión de millares de copias de dicho documento traducido a otros idiomas, algunas de las cuales llegarían a los Estados Unidos, una de las cuales cayó en manos de un multimillonario industrial ultra-conservador norteamericano, Henry Ford, el cual temiendo que una revolución “judía comunista” en los Estados Unidos le pudiera quitar su empresa del mismo modo en el que creía que le había quitado el poder a los Zares en Rusia, decidió publicar su propia propaganda inspirándose plenamente en las “verdades” de aquél documento apócrifo. Fue así como este rico industrial, sin ser un historiador profesional e inclusive sin contar con título universitario alguno, con sus neuronas cerebrales imbecilizadas por el fraude literario que cambió su vida fundó su propio periódico, el Dearborn Independent, y se dedicó en cuerpo y alma a la tarea de reinterpretar toda la historia de su país en inclusive toda la historia de la humanidad a la luz de una “gran conspiración judía comunista”, el tema central del fraude literario que había caído en sus manos, culminando con la publicación de su obra “cumbre” El Judío Internacional, la cual junto con el documento Los Protocolos de los Sabios de Sión en sus ediciones alemanas sembraron las semillas del Nazismo en dicho país, preparando el terreno para el ascenso de Adolfo Hitler -quien también publicó su propio libro antisemita “Mi Lucha” (Mein Kampf) haciendo referencia clara y directa a Los Protocolos de los Sabios de Sión- al poder y el eventual estallido de la Segunda Guerra Mundial.

Esta literatura desquiciante, apoyada en muletas de yeso, no sólo detonó en Europa una de sus peores tragedias. Traducida al Español, eventualmente hizo su arribo en México, en donde encontró un auditorio muy receptivo en la sociedad católica ultraconservadora del estado de Jalisco, especialmente la clase intelectual que habitaba en la ciudad de Guadalajara. Y llegó justo a tiempo para que al detonarse un serio conflicto entre las comunidades católicas y el gobierno federal los ultraconservadores comenzaran a reinterpretar lo que estaba sucediendo en torno suyo como una manifestación más de la grandiosa “conspiración judía”. El entorno de la Guerra Cristera junto con la propaganda llegada de fuera fué el caldo de cultivo para forjar a quienes con el paso del tiempo terminarían convirtiéndose a su vez en conspiradores en el más pleno sentido de la palabra, al grado de constituírse en una de las peores amenazas que ha enfrentado país alguno en Latinoamérica. Habrá quienes duden ésto último y que califiquen lo que hoy sucede como exageraciones. Pero recuérdese, y siempre recuérdese, que bastaron dos documentos apócrifos, Los Protocolos de los Sabios de Sión de origen desconocido y El Judío Internacional para allanar el ascenso al poder del Nazismo en Alemania, el cual terminaría ocasionando la muerte de millones de seres humanos que no tenían por qué haber muerto a causa de literatura apócrifa. Recuérdese también, y siempre recuérdese que...

¡El empresario ultraconservador Henry Ford, un hombre inculto cuya abismal falta de conocimientos era extrañamente compensada con una habilidad extraordinaria para hacer negocios, no tenía título universitario alguno cuando escribió su libelo antisemita El Judío Internacional, al igual que su discípulo predilecto en Alemania el cabo Adolfo Hitler que tampoco poseía educación formal alguna en nada y ni siquiera era un militar de carrera cuando escribió Mi Lucha! Y estos son los pilares máximos sobre los cuales descansa la ultraderecha mundial actual.


La Planificación de un Magnicidio


Ahora es tiempo de trasladarnos a los años veintes y situarnos en México, en el estado de Jalisco, en donde se está llevando a cabo una guerra cruenta entre dos bandos, uno de los cuales luchaba por sus derechos a la plena libertad religiosa a la que había estado acostumbrado, y el otro de los cuales se obstinaba tercamente en imponer a rajatabla un laicismo para el cual el país tras tres siglos de coloniaje español estaba mal preparado.

En la búsqueda de la verdad, nuestra labor investigativa nos lleva casi obligadamente a un artículo que apareció en la edición número 1512 de la revista Impacto. El artículo está puesto en las páginas 36 y 37 de dicha revista, del cual reproduciremos algunos párrafos relevantes con observaciones pertinentes en donde haya lugar para ello:

MISION CRISTERA:
ASESINAR A OBREGON
El Doctor Gutiérrez descorre velos que ocultaban hechos
Por: Víctor Ceja Reyes
Revista Impacto
21 de febrero de 1979

El hombre que recibió la encomienda de organizar un comando no mayor de diez hombres, que tendría como única finalidad la de abatir a balazos al general Álvaro Obregón, tres o cuatro días en Guadalajara antes que cayera exánime por el impacto de las balas de la pistola de León Toral, en San Angel, nació en Jalostotitlán, Jalisco, justamente en los Altos, el 27 de mayo de 1902.

Hizo sus estudios, como otros muchos que después se caracterizaron como cristeros, en el plantel dirigido por el insigne maestro tapatío José Paz Camacho, de quien ya hemos hablado aquí.

Cursaba el tercer año de medicina cuando estalló el conflicto, arrastrando a muchos hombres.

Allegado, como era, del licenciado Anacleto Flores, claro que tuvo que aceptar en el momento decisivo, la militancia rebelde, para enfrentarse con las armas en la mano a las fuerzas gobiernistas al grito de “¡Viva Cristo Rey!”.

Él mismo, señala que González Flores, inspirado en Windhorst, organizó la Unión Popular con disciplina de hierro. Había, dice, lugar allí para todos los católicos y éstos deberían tomar sus puestos; la tarea era organizarlos de tal modo que nada resistiera a su acción, y no valían ni el poder físico, ni los recursos de la riqueza, ni la deserción de las clases directoras, “ni las maquinaciones de los poderes extraños del país”.

En este último párrafo, aunque el Doctor José G. Gutiérrez no los menciona de nombre, casi podemos leer entre líneas a esos “poderes extraños al país” como los mismos a los que hacía referencia Henry Ford en su libro El Judío Internacional y Los Protocolos de los Sabios de Sión. Esto es algo característico de la ultraderecha actual, el uso de un doble lenguaje semisecreto, con el cual al hablar en público cada vez acerca de cosas como el marxismo, el comunismo, los movimientos liberales, la masonería, etc., en realidad están haciendo referencia a “la gran conspiración judía masónica comunista”, aunque se reservan esto como información privilegiada para ser compartida entre los “iluminados” que saben perfectamente a qué se está haciendo referencia.

Haremos aquí una breve pausa para aclararle al lector quién fué ese personaje Windhorst en el cual el Doctor Gutiérrez dice haberse inspirado para organizar Unión Popular. Se trata de Ludwig Windthorst:








Por principio de cuentas, Ludwig Windthorst no era un Nazi porque hasta el día en que murió el Nazismo no existía como tal en su país. Ni era un antisemita, como no tuvo tampoco pleito alguno con las fraternidades masónicas de Prusia (antecesora de Alemania), lo cual es importante habido el hecho de que los líderes de los Cristeros en Jalisco siempre culparon a la Masonería de México de querer “destruír por completo a la religión católica” en base a una supuesta complicidad de las logias masónicas con “la gran conspiración judía”. Y, mucho más importante, Ludwig Windthorst era un hombre abierto que jamás anduvo (hasta donde se sabe) fundando organizaciones secretas reforzadas con inquietantes juramentos de lealtad. A diferencia de sus admiradores católicos en México, Ludwig Windthorst nunca encabezó rebelión armada alguna en contra del Estado establecido, nunca promovió la fundación de sociedades clandestinas para conspirar y maquinar maldades, y mucho menos tuvo cosa alguna que ver con la planificación y ejecución de asesinatos políticos. En cierta forma, el católico alemán Ludwig Windthorst era la antitesis de los más radicales sublevados católicos en la región de Jalisco, era un hombre con quien se podía debatir y tratar de llegar a un entendimiento sin que ello implicara la pérdida de vidas humanas. Era un verdadero católico.

La batalla conocida como Kulturkampf (combate cultural) en la que estuvo inmerso Ludwig Windthorst, líder del Partido del Centro (Zentrumspartei) no tuvo absolutamente nada que ver con cosa alguna relacionada con “la gran conspiración judía masónica comunista”, sino más bien representó una colisión entre la minoría católica alemana encabezada por Windthorst y la facción opuesta encabezada por Otto von Bismarck (el cual ciertamente no era masón y mucho menos judío) que veía a los católicos fieles a una autoridad externa (la del Papa de Roma) como un estorbo para la unidad de la Alemania gobernada por una mayoría protestante y para la cual los intereses del Estado estaban por sobre encima de todo. Interesantemente, en esta “guerra” encabezada por Bismarck se aprobaron leyes muy similares a las que detonaron en México la Guerra Cristera, leyes tales como:

1) El “párrafo de la cátedra” que estipulaba penas de cárcel para los predicadores católicos que se atrevieran a criticar el Estado.

2) La “Ley del 11 de marzo de 1872” (conocida como la “ley de la inspección escolar”) que establecía un control de las escuelas incluyendo las escuelas católicas por parte del Estado.

3) La expulsión de los sacerdotes jesuitas de Alemania ordenada el 4 de julio de 1872.

4) Las “leyes de mayo” de 1873 con las cuales se controlaba la formación y el nombramiento del clero.

5) La institución del matrimonio civil por encima del matrimonio eclesiástico, que pasó a ser obligatorio el 6 de febrero de 1875. (Previamente, en México, Benito Juárez adelantándose a los legisladores alemanes por casi dos décadas, ya había instituído en julio de 1859 el matrimonio civil, cosa que hasta la fecha no le han perdonado los grupos ultra-conservadores de México.

Irónicamente, el exacerbado antisemitismo alemán que precedió a los Nazis no era algo propio de los católicos alemanes a quienes Windhorst representaba, sino de los protestantes con quienes combatía retóricamente, consecuencia directa del feroz antisemitismo que desde un principio le infundió Martín Lutero al Protestantismo.

Con la Constitución de Querétaro de 1917 impulsada por el Presidente Venustiano Carranza se consolidaron reformas civiles muy parecidas a las que se llevaron a cabo a iniciativa de Otto von Bismarck en el Kulturkampf (la muy propalada leyenda ultraderechística de que el Presidente Carranza era un masón no ha podido ser confirmada hasta la fecha por Spectator después de una búsqueda exhaustiva; pero ciertamente no era un judío). Pero a diferencia de lo sucedido en Alemania, en México los intentos de hacer efectiva la ley resultaron poco menos que catastróficos. El Presidente Carranza ya no tuvo tiempo de hacer valer en Jalisco la Constitución de 1917 porque fue asesinado tres años después en Tlaxcaltongo, el 21 de mayo de 1920, siendo sucedido por el católico Adolfo de la Huerta (1881-1955), el cual tenía otros problemas de índole política más importantes que hacer valer la Constitución Mexicana tal y como estaba redactada. Su sucesor, Álvaro Obregón, también se abstuvo en su primer período como Presidente de aplicar al pie de la letra lo que ordenaba la Constitución en materia de culto religioso, temeroso de las consecuencias que tal cosa le pudiera acarrear entre los grupos más conservadores de México. Y en su segundo período de gobierno, al ordenar la aplicación íntegra del texto de la Constitución, Álvaro Obregón terminaría pagando con su vida su atrevimiento al tratar de hacer efectivo el texto escrito de la Constitución.

Continuemos con la lectura del artículo:

La plática con el periodista tiene lugar en la sala de la casa donde vive el doctor Gutiérrez, autor por cierto del libro “Mis recuerdos de la guerra cristera”, en tres tomos, que es muy difícil de conseguir.

Es un hombre delgado, moreno, que ahora luce un bigote cano y dá la impresión de cultivar el nerviosismo, cosa en realidad inexistente, porque el valor de este hombre quedó probado a lo largo de su actuación como cristero activo, con las armas en la mano.

Aquí haremos otro paréntesis.

El nerviosismo que el periodista Víctor Ceja Reyes detectó en el Doctor Gutiérrez no era un nerviosismo gratuito. Este ex-combatiente Cristero, por el papel que desempeñó en una terrible organización secreta de la cual el mismo artículo dá algunos detalles que veremos posteriormente, era un hombre que tenía que estar midiendo todas y cada una de sus palabras con sumo cuidado para que no se le fuera a escapar más información de la cuenta. Sabía que, si hablaba de más, aunque fuese un poco, cualquier indiscreción que cometiera con el periodista así fuese involuntaria podía terminar costándole su propia vida, sabía de sobre de lo que eran capaces aquellas personas con las cuales había forjado una alianza de la que sólo la muerte lo podía liberar. Tómese en cuenta que la entrevista que se llevó a cabo tuvo lugar medio siglo después de haber terminado la Guerra Cristera. Y aún así estaba amordazado por el terrible juramento de lealtad que había tomado. Ni siquiera dejó un documento para ser publicado después de su fallecimiento en donde revelase todos los detalles acerca de esa organización secreta, seguramente para proteger a sus familiares de una represalia que la gente desequilibrada con la que había formado un pacto no vacilaría en tomar.

Continuemos con la lectura del artículo:

Una de las primeras misiones que tuvo que cumplir José G. Gutiérrez, nuestro personaje, fue la compra y traslado de pertrechos de guerra, acompañado de jóvenes acejotaemeros, es decir, pertenecientes a la Asociación Católica de Jóvenes Mexicanos (ACJM), respaldados por grupos de mujeres de todas las edades y condiciones sociales, todavía, entonces sin verdadera organización.

Descorre velos

Su versión es importante, porque descorre velos de hechos que han permanecido en la sombra hasta ahora.

...Gutiérrez, quien comandó al grupo de suicidas que iba a matar a Obregón, antes que lo hiciera León Toral, porque constituyen importante revelación, primero y segundo, para que se vea la destacada actuación del hoy doctor José G. Gutiérrez.

Ahora sí podemos hablar un poco más a fondo sobre el tema central del artículo. Lo que iban a cometer el entonces estudiante de medicina José G. Gutiérrez y otros diez acompañantes suyos juramentados en la secrecía no era poca cosa; era ni más ni menos un asesinato político. Y no se trataba de cualquier persona, se trataba del Presidente de la República, el General Álvaro Obregón,. Lo que iban a cometer... ¡en nombre de Cristo!... era un magnicidio, en toda la extensión de la palabra. Un magnicidio como el que segara la vida de Luis Donaldo Colosio, como el que segara la vida del Presidente John F. Kennedy, y como el que segara la vida del Presidente egipcio Anwar El-Sadat. Justificado por los perpetradores (¡claro está!) sobre bases religiosas, al igual que como hoy lo hacen los terroristas musulmantes invocando el Corán y las enseñanzas de Mahoma para derribar edificios repletos de gente y dinamitar inclusive mezquitas en Irak repletas de gente que está orando al Ser Supremo. El artículo deja muy en claro, con grandes titulares, que LOS CONJURADOS SABIAN QUE IBAN A MORIR AL REALIZAR SU TRABAJO. Era, en efecto, una misión suicida, al igual que las misiones suicidas de hoy en día cometidas por fundamentalistas que están convencidos de que después de haber cometido una carnicería matándose en el acto serán recibidos por la puerta grande en el paraíso celestial. Mismas acciones, mismas justificaciones.

Continuemos con la lectura del artículo:

Las condiciones que firmaron las Brigadas, establecían lo siguiente: las Brigadas reconocían a la Liga en el terreno cívico, político y militar como único superior sometiéndose a la misma, salvo los derechos especificados más adelante; las Brigadas harían suyo el programa integral de la Liga y se obligaban a secundar la acción que esta desarrollara para obtener sus objetivos; aceptarían un inspector fijo, nombrado por la Liga, que sería el intermediario único para transmitir órdenes de la Liga a las Brigadas, órdenes que serían actadas únicamente con dos condiciones: a) que fueran comunicadas por escrito y b) que fueran dirigidas a la jefatura general de las Brigadas o al director general de las mismas; mensualmente informarían de todas sus actividades y estado de caja; previo el pago correspondiente, presentarían también el de sus servicios directamente a la Liga, con exclusión de propaganda escrita, fueran boletines de guerra, hojas, volantes, etc.; se comprometían a respetar las cuotas de la Liga y los elementos con que la misma contaba, sin quitar ni dañar los servicios de la Liga.

Obsérvese la insistencia en una obediencia ciega. La capacidad de libre albedrío le era removida a los militantes que ingresaban a la Liga, dejaban de tener vida propia. Por otra parte, destaca la costumbre de estar requiriendo periódicamente un informe detallado de todas las actividades así como de los servicios hechos para la Liga, lo cual convertía a todos los “soldados” en un eficientísimo servicio de infiltración y espionaje. Esta práctica le ha de haber gustado mucho a los creadores de la Liga y a sus sucesores, porque es lo mismo que se practica hoy en día en las organizaciones ultrasecretas de la extrema derecha mexicana.

Continuemos con la lectura del artículo:

Firmaron el documento que, insistimos hasta ahora puede conocerse, pues en su tiempo fue ultrasecreto al que tuvieron acceso sólo destacados personajes como el hoy doctor Gutiérrez, por el Comité de la Liga Nacional Defensora de la Libertad Religiosa: P. Villa; por las Brigadas, el director general León González y el jefe general G. Gómez.

Todos estos nombres son nombres falsos, son seudónimos, adoptados por gente que creía que la “gran conspiración judía” se estaba llevando a cabo por vastos ejércitos de judíos camuflajeados bajo nombres falsos. Y si el supuesto “enemigo” lo hacía, ¿por qué no también ellos?

Continuemos con la lectura del artículo:

Detrás de esos nombres, el verdadero, por supuesto no se reveló en aquél entonces, y aún ahora cuesta trabajo identificar con precisión a los firmantes.

Repetimos que se ha incluído este documento que se desprendió de la plática con el Doctor Gutiérrez, por considerarlo valioso, destacando de paso su importancia personal en el movimiento cristero y por qué razón fue designado como jefe del comando para la delicada y peligrosa comisión de abatir al general Obregón en Guadalajara.

Si aún cuesta trabajo identificar con precisión a los firmantes de aquél documento aún décadas después de haber terminado el conflicto que dió lugar a dicho documento, es precisamente por los duros pactos de secrecía que seguía y aún siguen vigentes. Por otro lado, el magnicidio se iba a cometer en la ciudad de Guadalajara precisamente porque allí estaba centralizado no sólo el centro de la conjura sino que el centro motor de la rebelión Cristera que se estaba extendiendo hacia el resto del país. En esa ciudad era en donde los alzados contaban con el mayor apoyo de parte de la sociedad para llevar a cabo el magnicidio. Si había alguna esperanza para los conjurados de poder escapar con vida después de haberse cometido el crimen, era precisamente en la ciudad de Guadalajara. Y lo mismo sigue siendo cierto hoy en día. La ciudad de Guadalajara fue y sigue siendo el centro motor de la ultraderecha de México y muy posiblemente de toda América Latina.

Continuemos con la lectura del artículo:

El 9 de septiembre de 1927, el general jefe de la División Cristera del Sur, Jesús Degollado le entregó al todavía estudiante de medicina José Gutiérrez Gutiérrez, el siguiente documento:

“Esta jefatura de operaciones a mi cargo ha tenido a bien otorgarle el grado de mayor médico del Ejército Nacional de Libertad”; fue firmado en Zacatecas, Jalisco, en la fecha indicada.

A partir de ese momento y con el grado de mayor, José Gutiérrez Gutiérrez, tuvo rango militar, de allí que tuviera que cumplir las órdenes que se le dieran para desempeñar cualquier comisión; era tácitamente un soldado (quizá una palabra más correcta para describirlo sería miliciano.)

Narra también al periodista cómo el 24 de septiembre de 1927, el padre Z. Pérez (tenemos datos para indicar que se trataba de Ramón Pérez), después de breve conversación a solas con el general Degollado, lo llamó y lo invitó a pertenecer a una organización denominada “Unión de Católicos Mexicanos”, para la que para abreviar, sus miembros llamaban secretamente la “U”.

Hemos llegado al punto neurálgico del artículo. La organización “U” a la que se hace mención no era una organización como la Liga que ya de por sí también era una organización secreta. Estamos hablando de otra organización todavía más secreta, una organización ultrasecreta operando dentro de otra organización secreta, de la cual la gran mayoría de los integrantes de la Liga ni siquiera tenía conocimiento y de la cual mucho menos conocían dato alguno los integrantes y líderes de la Liga. Este concepto de una organización secreta bajo vigilancia, observación y control de una organización más secreta aún que la está controlando desde las tinieblas es un concepto que sigue siendo válido hasta nuestros días. Esto explica muchas cosas que están sucediendo y que ignoran quienes militan dentro de la Organización Nacional del Yunque. Esto explica también muchas cosas de las que inclusive los mismos “Tecos” de base de la Universidad Autónoma de Guadalajara tampoco están enterados, los cuales no saben que ellos también están siendo espiados y vigilados de cerca. Esta es la razón por la cual las sociedades secretas de la ultraderecha mexicana representan un grave peligro para la seguridad nacional no sólo de México sino de toda America Latina.

El nombre completo del tal “Ramón Pérez” mencionado arriba era Ramón Pérez Biramontes (1900-1986), el cual se ordenó como sacerdote a los 21 años de edad. A continuación tenemos la imagen de él tal y como la reproduce el artículo aparecido en la revista Impacto:






Como posiblemente esta imagen no satisfaga a muchos, Spectator adjuntará otra fotografía del Sacerdote Ramón Pérez:




Continuemos con la lectura del artículo:

-Acepté gustoso pertenecer a ella y el propio P. Pérez, el general Degollado y el teniente coronel Miguel Rodríguez, me llevaron a un lugar apartado, en la espesura del monte y puso el padre un crucifijo en mi mano izquierda, colocó mi diestra sobre el libro de los evangelios y me pidió que jurara guardar el secreto de la organización, así como todo lo que en ella se acordara y llegara a ser de mi conocimiento.

Aclara que no se trataba de una organización secreta y tenebrosa tipo masonería (¿?), sino simplemente “la aglomeración de un conjunto de católicos que desde un principio de la lucha, en la etapa de defensa pasiva, se había organizado en esa forma para neutralizar con menos peligro de perder vidas, los zarpazos de la bestia que nos tiranizaba”.

Se detiene un momento y luego afirma:

-Ahora hablo de la “U” porque cuando tuvimos que deponer las armas, no obligados por el enemigo que jamás pudo dominarnos, sino por las órdenes de las autoridades eclesiásticas, se hizo del dominio público la existencia de esta organización que desapareció en cuanto se dió fin a la lucha armada.

Este fue pues el hombre.

Tal es el hombre que recibió la comisión de matar a Obregón en Guadalajara, en el banquete que se le ofrecería, antes que prosiguiera su viaje hacia la ciudad de México.

Lo principal para los integrantes del comando jefaturado por José G. Gutiérrez, era precisamente dónde se llevaría a cabo la acción suicida, pues hubo discrepancia de opiniones:

-El día que se me dió el encargo (de cometer el magnicidio), quedó integrado el grupo y por la noche tuvimos la primera reunión para recibir las armas, un magnífico lote de diez pistolas automáticas, mitad 45 y mitad 38 dotadas de suficiente parque y cargadores. Discutimos después cuál sitio sería el más apropiado para dar la bienvenida a Obregón. Alguno propuso que fuera en la estación de ferrocarril, a la bajada del tren; otro sostuvo que para darle al hecho mayor significación, debíamos hacerlo ante todo el público, en alguna de las principales avenidas del centro de la ciudad; otro sostenía que fuera en El Paradero (Club Atlas) a la hora del banquete y esta última fue la que al fin se aprobó. Yo estaba por la segunda o sea por la de actuar en plena calle porque podíamos tener mejor oportunidad de defendernos.

Como se recuerda, Obregón venía de Sonora en el ferrocarril del Sudpacífico y debía asistir a un banquete en Guadalajara.

El Presidente de México a fin de cuentas no fué asesinado por el comando suicida a cargo del Doctor José G. Gutiérrez, pero ello no fué por falta de ganas o disposición, sino porque otro del cual ni siquiera estaban enterados se les adelantó en la obra: León Toral.

Obsérvese la ceremonia secreta de iniciación a la “U” con fuertes connotaciones religiosas llevada a cabo por “Ramón Pérez”, o mejor dicho, el Padre Ramón Pérez Biramontes. Esta es la misma metodología utilizada para inducir actualmente a centenares de jóvenes dentro de los Tecos de la Universidad Autónoma de Guadalajara y de la Organización Nacional del Yunque. La afirmación de que no se trataba de una organización secreta y tenebrosa puede ser algo sujeto a debate, habido el hecho de que una de las acciones a ser cometidas era precisamente el asesinato de un Presidente a sabiendas de que tal magnicidio podía desencadenar una respuesta dura de las tropas federales hacia los Cristeros multiplicando enormemente el baño de sangre que estaba causando ya una baja considerable en ambas partes. Y ésto tan solo una parte ínfima de lo que hoy se sabe que fué forjado en el caldero de la “U”. Existen muchos capítulos extraños de la Guerra Cristera que permanecen sin ser aclarados, en los cuales hay la fuerte sospecha de que la mano siniestra de la “U” pudiera haber estado metida. Como la “U” no guardaba registros de sus actividades, e inclusive su propia existencia era desconocida por la mayoría de los Cristeros que formaban parte de la Liga, no es posible cuantificar la cantidad de asesinatos que se hayan cometido a instancias suyas. Pero de su existencia y su forma de operar hoy no queda absolutamente duda alguna.

Se debe remarcar aquí que ninguna de las actividades secretas de la U estuvo autorizada jamás por el Vaticano. No existe ningún documento de la Santa Sede en Roma que haya dado su autorización expresa ni al sacerdote Ramón Pérez Biramontes ni a nadie para la formación y operación de esta sociedad ultrasecreta, y mucho menos para la creación de una ceremonia de iniciación utilizando el nombre de Cristo y la Biblia para inducir a nuevos miembros dentro de la U.

En su libro “Mis recuerdos de la guerra cristera”, el Doctor Gutiérrez, fiel hasta la muerte al terrible juramento de lealtad con el cual fué ingresado a la “U”, se abstuvo de dar detalles sobre quiénes pertenecían a dicha organización terriblemente secreta. Sin embargo, hubo otro personaje, también estudiante de medicina en aquellos tiempos, con el cual por sus “lazos de sangre”, su catolicismo ultra-conservador y su firme creencia en Los Protocolos de los Sabios de Sión, el Doctor José G. Gutiérrez ciertamente habrá tenido estrecho contacto y relaciones. Se trata del Doctor Luis Garibay Gutiérrez, uno de los Rectores vitalicios de la Universidad Autónoma de Guadalajara bajo el cual la UAG creció y se consolidó en la ciudad universitaria que hoy es en la actualidad, un personaje en la mejor disposición para adoptar todo, absolutamente todo lo que se había cultivado en aquella siniestra organización conocida como la “U” y cuyos miembros se resistían a verla morir inclusive en desafío a los deseos de la Iglesia Católica de la cual se proclamaban leales devotos, precisamente el primero de los “rectores vitalicios” de la UAG. Además del Doctor Luis Garibay Gutiérrez, hubo también otro médico con el cual el Doctor José G. Gutiérrez seguramente tuvo estrechos contactos. Se trata del Doctor Ángel Leaño Álvarez del Castillo, otro de los fundadores de la Universidad Autónoma de Guadalajara, el cual trabajó pacientemente al lado del Doctor Luis Garibay Gutiérrez no sólo en la edificación de la Universidad Autónoma de Guadalajara sino también en la construcción de una terrible sociedad secreta de corte filo-Nazi inspirada en las mismas técnicas y tácticas de secrecía que habían dado origen a la “U”, antes de que la familia Leaño Álvarez del Castillo terminara apoderándose de todo el imperio -tanto el público como el clandestino- usurpándoles a otros el fruto de sus sacrificios y sus arduos trabajos.

A través de los pocos testimonios que se tienen y de la poca documentación que hay disponible al respecto, todo señala que la “U” nació en los años veintes al fragor de la Guerra Cristera, y que nació en la región del Bajío conformada por el estado de Colima, el ultraconservador Estado de Jalisco, y el Estado de Guanajuato cuna del Sinarquismo prohijado por el radical antisemita Salvador Abascal (ambos son Estados vecinos), “copiándole” a las fraternidades de la Masonería lo que suponían (en base a las leyendas negras propaladas por imaginativos fundamentalistas católicos que jamás en su vida habían puesto un pie dentro de alguna logia masónica) que eran las tácticas de una lucha secreta masónica en contra de la Iglesia Católica, empezando por el juramento de lealtad eterna revestido de simbolismos religiosos, acompañado por el uso obligatorio de seudónimos (en la Masonería ninguno de sus adherentes esconde su nombre detrás de seudónimos).

El sicoanalista y sociólogo jalisciense Doctor Fernando Manuel González autor de los libros Matar y morir por Cristo Rey: Aspectos de la Cristiada editado por la UNAM y por la editorial Plaza y Valdés en enero del 2001, y La Guerra de las Memorias, tiene expuesta en la presentación del primer libro lo siguiente:

¿Cómo es que un asesinato puede convertirse en un acto heroico, y, específicamente, en un martirio? La problemática que está en juego y la justificación ética que se dan los actores involucrados es uno de los puntos más destacados de este libro, que nos muestra de qué manera la cultura católica de las sociedades secretas y clandestinas en la tercera década del siglo XX en México va a afectar la concepción misma de la lucha armada y el desarrollo del conflicto político- religioso conocido como Guerra Cristera (1926-1929).

Por otra parte, el libro sigue el proceso de la jerarquía católica de entonces en su fluctuación desde el estímulo inicial más o menos activo hasta el rechazo de su responsabilidad en el conflicto armado, lo que sin embargo no le impide administrar la sangre de los alzados y de sus rivales y, ochenta años después, poner en marcha una operación de fabricación de santos de la cristiada. Basándose en una sólida documentación , el libro aporta elementos para configurar una interpretación de lo que pudo haber sucedido con algunos actores eclesiásticos, a la vez que reconstruye, en parte, los sinuosos caminos de una leyenda eclesiástica llena de tergiversaciones, transposiciones, omisiones y alusiones.

El mismo Doctor González atribuye la fundación de la “U” al sacerdote Luis María Martínez Rodríguez quien sería ungido en 1936 como Arzobispo Primado de México y al Cristero Alberto Abascal (un personaje enigmático y poco estudiado que ha eludido al estudio de varios de los mejores historiadores de México, el padre de Salvador Abascal que fundaría la Unión Nacional Sinarquista), agregando también que un miembro destacado de la “U” fue Mauro González, el padre de Efraín González Luna quien sería tiempo después un integrante del equipo de los fundadores del Partido Acción Nacional. Dado el carácter centrado del Obispo Luis María Martínez, no se antoja muy probable que él haya tenido mucho que ver en la creación de la “U”, si es que acaso haya tenido algo que ver. (Sin embargo, no hay que dejarse llevar por las apariencias, ya que detrás de la fachada más bondadosa se puede ocultar una persona sin impedimento moral para destruír vidas inocentes abusando de su posición privilegiada y de la confianza que la sociedad en general ha depositado ingenuamente en dicha persona, del mismo modo que muchos suponen erróneamente que detrás del rostro amigable del Rector de una institución educativa privada no puede haber secretos terribles relacionados con una conjura para la conquista de las redes del poder político.) En cambio Alberto Abascal se antoja como un candidato ideal para haber echado a andar por lo menos en Guanajuato la filial de la ultrasecreta organización que estaba operando en Guadalajara. Sin embargo, el papel crucial desempeñado por el Sacerdote Ramón Pérez Biramontes en las operaciones de la “U” desde sus inicios es algo que está fuera de toda duda dados los testimonios que apuntan hacia él, incluídos los testimonios de prominentes Cristeros que se han atrevido a romper veladamente y en forma parcial el terrible secreto bajo el cual fueron juramentados.

La primera ceremonia de iniciación de la “U” así como los nombres del primer oficiante y del primer iniciado quedarán como uno de los grandes misterios de la Historia de México, al no haberse levantado un “acta constitutiva” para evitar dejar rastro alguno de lo que a fin de cuentas era una organización clandestina creada con intenciones criminales en mente que eran justificadas “en defensa de la fé”. Pero quienesquiera que hayan sido los primeros en fundar semejante locura posiblemente no tenían ni la más remota idea de lo que estaban desencadenando, al igual que el monje ruso Serge Nilus cuando presentó al mundo el documento apócrifo Los Protocolos de los Sabios de Sión dándolo como cierto.

Cuatro Años de Tensa Tregua

El conflicto entre los católicos ultraconservadores de México y las fraternidades masónicas en realidad no es más que el añejo conflicto entre liberales y conservadores. Los liberales, con su oposición generalizada a uso de la monarquía como forma de gobierno, su recurso al uso de la razón por encima de los dogmas revelados por la fé, sus intenciones de establecer una clara separación entre el poder civil (el Estado) y el poder religioso (la Iglesia), y su tolerancia hacia otros credos (protestantes, judíos, etc.) que no fuesen la religión católica, los hacía despreciables a los ojos de una jerarquía eclesiástica que, tras tres siglos de coloniaje español habiendo convivido cómodamente con la monarquía a tal grado que la Santa Inquisición formaba parte del brazo investigativo del gobierno, encontraba su nueva situación intolerable tras la Independencia de México. Los liberales, no siendo bien recibidos por la jerarquía eclesiástica de la Iglesia Católica, encontraron en las fraternidades masónicas sus lugares de reunión en los cuales podían discutir aquellas ideas que la Iglesia Católica encontraba inaceptables, mismas ideas que en Alemania produjeron el choque Kulturkampf. De no haber existido las fraternidades masónicas, los liberales del México independiente habrían creado para sí mismos algo equivalente, rechazados y despreciados al fin y al cabo por la Iglesia Católica de México.

Al concluír la Guerra Cristera en 1929 sin una clara victoria para ninguno de los dos bandos, comenzó una intensa tregua que duraría cuatro años. En esos cuatro años, los intelectuales más ultraconservadores del Estado de Jalisco que desde las urbes -principalmente desde la ciudad de Guadalajara- habían dirigido y planificado las acciones del movimiento Cristero (la rebelión tuvo un carácter fundamentalmente rural pero la dirección del mismo fue eminentemente urbana) tuvieron tiempo más que suficiente para reinterpretar todo lo que habían vivido a la luz de aquella extraña literatura llegada de fuera que hablaba acerca de una “gran conspiración judía comunista”, tomándola como cierta y agregándole lo suyo propio, agregando a la Masonería mexicana como parte de esa conjura que pasó a convertirse en “la gran conspiración judía masónica comunista”. El caldo de cultivo estaba listo para el caldero del Diablo allanando el camino para lo que habría de suceder al final de la endeble tregua.

Todavía hasta nuestros días hay sacerdotes católicos que denostan duramente cada vez que pueden a las fraternidades masónicas, perpetuando un conflicto que por lo visto no terminará sino hasta el día del Juicio Final. Uno de ellos es el sacerdote Jordí Rivero, el cual está adscrito a la Arquidiócesis de Miami, cuyos escritos antimasónicos han tenido amplia difusión tanto en la prensa escrita como en Internet. Los argumentos utilizados por el Padre Jordí Rivero son esencialmente los mismos que por décadas los grupos ultraconservadores han estado lanzando en contra de la Masonería, y las respuestas que prominentes masones siguen siendo las mismas, y vale la pena reproducir algunas de las RESPUESTAS dadas por un presunto Masón que se identifica a sí mismo como Luis Ferrer a las AFIRMACIONES hechas por el Padre Jordí Rivero en varios sitios de apologética católica (este no es material de Spectator, lo único que se hizo aquí fue reacomodar el material sin editarlo y agregar enlaces en donde el lector puede encontrar más información y documentación):

AFIRMACION: La Masonería es una pseudo religión paralela e incompatible con el cristianismo. Sus elementos religiosos incluyen: templos, altares, oraciones, un código moral, culto, vestimentas rituales, días festivos, la promesa de retribución después de la muerte, jerarquía, ritos de iniciación y ritos fúnebres.

RESPUESTA: Contrario a lo que dice el Padre Rivero, la masonería no es una religión ni los masones consideran la misma como un substituto a la religión. No contiene un plan de salvación, dogmas, clero, ni sacramentos. La masoneria es una fraternidad que utiliza símbolos y alegorías para expresar conceptos morales. Según el Padre Rivero la masonería contiene elementos religiosos. Es bueno mencionar que muchas otras organizaciones y sistemas tienen estos elementos que el menciona sin embargo no se les considera pseudoreligiones o religiones.

Tomemos el ejemplo del gobierno de Estados Unidos. Al comienzo de las secciones del Congreso se recitan oraciones no denominacionales. El sistema militar y otros gremios profesionales contienden códigos de ética y de conducta. Sus jueces utilizan “uniformes” cuando están en sus funciones. Se celebran dias festivos para honrar personajes, fechas y conmemorar los heores veteranos y caídos en defensa del país. El presidente y otros funcionarios publicos juran cumplir sus deberes con la mano sobre la Biblia (o en el caso de un presidente que pasaba por una crisis espiritual, sobre un libro de ley). Como todos sabemos los Estados Unidos es un fuerte defensor separación iglesia-estado, al punto que esto esta codificado en su Constitución. En éste y otros gobiernos encontramos ritos tan especializados como el cambio de guardia en la Tumba del Soldado desconocido.

En el caso de la palabra templo, sí es usado por muchas jurisdicciones. No en el sentido de ser el lugar donde ser practica una religion, sino parte del simbolismo del Templo de Salomón. Por otra parte una palabra que ha caido en deshuso a sido “templo de educación”. Para evitar el mal entendido hacia los no masones se ha cambiado el nombre a “Logia Masónica”, “Masonic Hall” o “Edificio Masónico”.

En la masonería no existe promesa de retribución o plan de salvación. Cada masón es responsable de buscar esto a traves de su propia religión, sea cristiana, judía, musulmana, hindú o budista. La masonería no impone ni cuestiona la creencia personal del iniciado en cuanto a su deidad personal.

AFIRMACION: La Masonería tomó su nombre del antiguo gremio de los masones (la palabra francesa maçon se traduce al Español como albañil). Éstos eran los artesanos que trabajaban la piedra en la construcción de grandes obras. Con el declive de la construcción de las grandes catedrales en Europa y la propagación del Protestantismo, los gremios de masones comenzaron a decaer y para sobrevivir comenzaron a recibir miembros que no eran masones de oficio. Con el tiempo, estos últimos se hicieron mayoría y los gremios perdieron su propósito original. Pasaron a ser fraternidades con el fin de hacer contactos de negocios y discutir las nuevas ideas que se propagaban en Europa.

AFIRMACION: La fundación de la Masonería ocurre en 1717 con la unión en Londres de cuatro gremios para formar la Gran Logia de Masónica como liga universal de la humanidad. De aquí pronto pasó a Francia donde se fundó “El Gran Oriente de Francia” en 1736. La gran mezcla crea una nueva identidad anticatólica.

RESPUESTA: El padre está en lo correcto en cuanto al origen de la masonería. En lo que falla es en afirmar que la creación de la masonería es culpable de crear un clima anti-católico. Mucho antes de 1717 la iglesia había sido atacada por gobiernos y cléricos disidentes. La iglesia de la misma manera ha tenido problemas desde tiempos medievales con científicos y racionalistas. Así es, que el sentimiento anti-católico no era nada nuevo en 1717.

AFIRMACION: Los primeros masones fueron protestantes ingleses. Se sentían “liberados” de una Iglesia dogmática que exige asentimiento a las verdades reveladas. Con la nueva libertad creció la fascinación por la especulación y el sincretismo. Tomaron como patrones a Adán y los patriarcas y se acreditaron arbitrariamente las mayores construcciones de la antigüedad, entre ellas el Arca de Noé, la Torre de Babel, las Pirámides y el Templo de Salomón. Mezclaron las enseñanzas de las antiguas religiones y tomaron libremente de los grupos cultistas, como los rosacruces, los sacerdotes egipcios y las supersticiones paganas de Europa y del Oriente. El objetivo era crear una nueva “gnosis” de inmortalidad.

RESPUESTA: La masonería en Inglaterra, en contraste a la Europa Católica nunca tuvo problemas con el estado o con la iglesia Inglesa. Muchos reyes y príncipes ingleses fueron iniciados en la masoneria al igual que muchos Arzobispos de Canterbury. En cuanto a acreditarse la construcciones de la antiguedad, cualquier masón con dos dedos de frente sabe que las referencias a estas construcciones son solo parte del simbolismo masónico.

AFIRMACION: Como parte de su sincretismo, la Masonería no tiene reparo en poner también la Biblia sobre su “altar”. Las logias pueden también recibir miembros de cualquier religión. Estos traen sus propios libros sagrados a los que se les da el mismo valor que a la Santa Biblia. En definitiva, todos ellos quedan relegados a un segundo plano.

RESPUESTA: La masonería no practica ningún tipo de sincretismo religioso, sino tolerancia hacia las religiones de sus iniciados. La Biblia en occidente es el libro más común sobre el altar al ser la mayoría de los iniciados miembros de la religion crisitana. De igual forma en países de medio oriente el Korán es el libro de preferencia. (También en los países musulmanes hay fraternidades masónicas, y no por ello los musulmanes masones se sienten menos que los demás musulmanes no-masones).

AFIRMACION: La verdadera filosofía masónica es el “humanismo secular”, una ideología meramente humana proponente del racionalismo y el naturalismo. Según ella, la “naturaleza” está guiada por la razón que lleva por si sola a toda la verdad y, consecuentemente, a una utopía de “libertad, igualdad y fraternidad”. Este debía ser el “novus ordo seculorum” (un nuevo orden secular). La Masonería se llega a percibir como “la religión universal” mientras que las iglesias cristianas son relegadas a la categoría de meras “sectas”. Es decir, la Masonería se presenta como la nueva Iglesia católica (católica = universal).

RESPUESTA: Aunque la masonería en general promueve el uso de la razón, la justicia y la ética, en ningún punto promueve la inexistencia de lo sobrenatural. La evidencia de esto es el exigir que los iniciados crean en un Ser Supremo (el cual lógicamente es sobrenatural). Aun cuando la masoneria en Francia no exige la creencia en un Dios, tampoco exige que se sea ateo. Segun el Padre Rivero, la libertad, igualdad y fraternidad es utópica. El lector cristiano entenderá que en vez de esto ser utopía, debería ser una aspiración en concordancia al mandamiento de Jesus de “ama al prójimo como a tí mismo”.

El Novus Ordo Seclorum suena muy sacado de un libro de Teoría de Conspiración. En realidad esta frase, utilizada en el dorso del dólar, fue propuesto por Charles Thompson en 1782 y significa “Nuevo Orden de la Era” en relación a la nueva era de América luego de su independencia. La traducción de seclorum en secular es erronea. (Esta traducción errónea del Latín es quizá una de las más grandes pifias en que ha estado incurriendo la ultraderecha por décadas en su propaganda, la cual sin embargo a fuerza de estar siendo repetida una y otra y otra vez ha establecido como "cierto" el significado incorrecto de "secular", lo cual comprueba una vez más que una mentira repetida muchas veces puede terminar siendo aceptada como una realidad, tal y como lo enseñaba el Ministro de Propaganda Nazi Joseph Goebbels, uno de los mayores mentirosos que hayan existido en Alemania).

AFIRMACION: La Masonería no solo explota la animosidad contra la Iglesia y el anticlericalismo sino que los fomenta e institucionaliza. (¿?)

RESPUESTA: Es lamentable que el Padre no presente prueba de esto, ya que como es conocimiento común entre masones, el tratar asuntos religiosos es tabú en la logia.

AFIRMACION: La Masonería no tiene lugar para el Dios de la revelación. Dios aparece como un concepto y no como persona. Dios es el “Gran Arquitecto” que fundó la Masonería. El hombre se convierte en su propio dios, la misma seducción de la serpiente antigua: “Coman y serán como dioses”. De hecho, en 1887 la logia masónica del “Gran Oriente” (de la que se inspira por lo general la Masonería en América Latina) formalmente eliminó la necesidad de que sus miembros crean en Dios o en la inmortalidad del alma. Los símbolos cristianos de la cultura recibieron una interpretación secular. Así, la cruz pasó a ser un mero símbolo de la naturaleza sin mayor transcendencia. Las letras “INRI” sobre la cruz de Jesús, pasaron a significar “Igne Natura Renovatur Integra” (el fuego de la naturaleza lo renueva todo), lo cual es un absurdo. (su verdadero significado es: “Iesus Nazarenus Rex Iudaeorum”, Jesús de Nazaret Rey de los Judíos).

RESPUESTA: El Gran Arquitecto del Universo es el nombre generico que se la dá al dios personal de cada iniciado. Para evitar ofender a iniciados de otras creencias se utiliza un nombre que sea aceptado por todos. Debido a las raices de constructores se utiliza el termino arquitecto para designar ese ser supremo. Que quede claro, la masonería no cuestiona ni exige en cual deidad se crea. Este sistema es tipico de las sociedades donde existe la separacion de iglesia y estado, ya que como todos sabemos, las diferencias religiosas muchas veces traen conflicto. Cuando se reza, el Gran Arquitecto para unos es el Dios Judío, el Allah musulmán o el Brahma hindú. Está en cada uno de los masones esa responsabilidad de creer.

AFIRMACION: Jesús según la Masonería. Algunos masones dicen “creer” en Jesucristo pero, si son consecuentes con la masonería, no creen en Él según el sentido cristiano que lo reconoce como Dios. Ellos lo consideran simplemente como el apóstol mayor de la humanidad por haber superado el fanatismo de los romanos y de los sacerdotes. Jesús es “el Gran Maestro”, pero, para no ofender a otras religiones, el nombre de Jesús quedó prohibido en la logia.

RESPUESTA: El Gran Arquitecto para el masón cristiano es el Dios de la Trinidad, no otra deidad creada por los masones. Es bueno mencionar que muchos cristianos le llamamos el Creador, el Todopoderoso, significando la Deidad Triuna (la palabra Dios, si no me equivoco, viene del latin Deus o deidad). (En este párrafo, el comentarista Luis Ferrer posiblemente sin darse cuenta se revela a sí mismo como cristiano. Esto contradeciría la tesis ultraderechista de que el masón ordinario no puede ser cristiano por el hecho de estar al servicio de una "gran conspiración judía masónica comunista").

AFIRMACION: El secretismo y los ritos de iniciación. Los antiguos masones guardaban celosamente los secretos de su arte (¿?). Con la nueva Masonería, el afán de secretismo aumentó (¿?) y se le impuso estrictamente a los miembros en los ritos de iniciación. Los candidatos deben hacer juramentos de no revelar en absoluto los “secretos” de la masonería so pena de auto-mutilación (¿¿¿???) o de ser ejecutados (¿?). El masón expresa el deseo de buscar “luz”. Entonces se le asegura que recibirá la luz de la instrucción espiritual que no pudo recibir en otra iglesia y que tendrá descanso eterno en la “logia celestial” si vive y muere según los principios masónicos.

RESPUESTA: Debido al tiempo en que se creó la masonería, la secretividad era muy necesaria para evitar persecuciones (ésta es una obvia alusión a la Santa Inquisición). Hoy en día estas afirmaciones o juramentos son puramente simbólicas. El único castigo que recibe un masón es la expulsión, suspensión o amonestación. Los secretos son guardados especialmente en asuntos de ritos, aunque con un poco de investigación se pueden encontrar estos ritos, contraseñas e identificaciones en el internet. La logia celestial es igual al Gran Arquitecto, es la idea que tenga el iniciado de la vida despues de la muerte. (Sería interesante saber qué opina el Sacerdote Jordí Rivero sobre los terribles juramentos de iniciación utilizados por organizaciones ultraderechistas pseudo-católicas como los Tecos de la Universidad Autónoma de Guadalajara y la Organización Nacional del Yunque, a las cuales el Padre Jordí Rivero no condena como lo hace con la Masonería, y las cuales a diferencia de la Masonería no vacilan en aplicar duros castigos que pueden llegar al asesinato de todos aquellos a los que consideren traidores a sus desquiciados movimientos, para lo cual tienen a su disposición a sus ultra-fanatizadas fuerzas de choque).

AFIRMACION: La Masonería tienen una extensa jerarquía compuesta por 33 grados. El masón “Aprendiz” (primer grado) jura: “No revelaré ninguno de los secretos de la masonería, bajo pena de que me corten el cuello”. El masón “Compañero” (segundo grado) jura: “No revelaré jamás ninguno de los secretos de la masonería a los que no son masones, ni siquiera a los Aprendices, y esto bajo pena de que me arranquen el corazón (¿?) y de que mi cuerpo sea arrojado a los cuervos” (¿?). Al llegar al treintavo grado (llamado “Kadosh”), se debe pisar la tiara papal (¿?) y la corona real, simbolizando el repudio a sus mayores enemigos, la Iglesia y el estado. Entonces se jura liberar a la humanidad “de las ataduras del despotismo” (que se refiere, sobre todo a la Iglesia católica).

RESPUESTA: La masonería consta de solo 3 grados, los grados 4 al 32 son parte de un cuerpo auxiliar y el grado 33 es honorario. El Grado de Kadosh no contiene en ningún ritual ninguna referencia ni simbolismo a la Tiara Papal. Esta creencia sale del libro Morales y Dogmas, escrito por Albert Pike, donde se menciona el problema de los Caballeros Templarios con la iglesia. El libro de Pike no es ni manifiesto, ni libro de instrucciones. Pike no es el gran líder de la masonería, al no ser la masonería un grupo gobernado centralmente.

AFIRMACION: Cada masón desconoce lo que enseñan (¿?) y hacen en los grados superiores. Aquí está la gran ironía y el engaño del demonio (¿?): Los masones se consideran libres pensadores para opinar sin contar con la Biblia o la Iglesia (a la que consideran una tiranía) y sin embargo están atados a la logia bajo las mas severas amenazas (¿?).

RESPUESTA: El masón es libre de abandonar la logia cuando quiera. La manera más fácil, no pagar la cuota anual. Como ya se mencionó ya ningún secreto es secreto. Los libros del Aprendiz, Compañero y Maestro son muy fáciles de conseguir en la web o en su libreria más cercana. Los ritos de los cuerpos adjuntos tampoco son tan bien guardados como el Padre quiere hacer ver.

AFIRMACION: La influencia masónica es poderosa tanto en la política como en los negocios (¿?). Cuando los masones han tomado control de un gobierno, como en Francia en 1877 y en Portugal en 1910, han establecido leyes para restringir las actividades de la Iglesia. El continente americano ha sido también profundamente afectado por la Masonería. Muchos líderes tanto de la corona española como de los movimientos independentistas fueron masones. La Masonería sigue muy presente en los grupos de poder.

La Masonería y Fátima. Fue en un Portugal dominado por los masones en que se apareció la Virgen de Fátima en 1917. Como consecuencia, las ordenes religiosas fueron suprimidas, confiscaron las propiedades de la Iglesia y se quiso cortar su contacto con Roma. Es de notar que la Virgen se aparece en el bicentenario de la fundación de la Masonería. Ante un mundo engañado por sociedades secretas, la Virgen nos ofrece sus secretos.

La Virgen viene para advertirnos de los peligros en que se encuentra la humanidad. Graves errores amenazan nuestra salvación. La Virgen nos pide que renunciemos al pecado y volvamos a Dios. En 1917 toma poder el Comunismo. Pero el aviso del cielo va más allá del mal del comunismo. Va a la raíz que es la filosofía moderna que se revela contra Dios y es conocida con el nombre general de Humanismo Secular. Esta filosofía, primero produjo la Masonería. Mas tarde, y como consecuencia lógica de la Masonería (¿?), aparece el Comunismo. (Habido el hecho de que el comunismo y la masonería son dos cosas tan diferentes como la gimnasia y la magnesia, no resulta claro el por qué el Padre Jordí Rivero añade aquí a la masonería y revuelve ambas cosas bajo el contexto de una "conspiración" conjunta en contra de la Iglesia Católica, a menos de que lo haya hecho teniendo en mente a "la gran conspiración judía masónica comunista". Los sacerdotes que comulgan con las creencias de la ultraderecha rara vez dan la cara aceptándolo, sobre todo cuando han tomado juramento de secrecía en alguna organización clandestina de la extrema derecha. En sus apariciones en Fátima, la Virgen no menciona directamente a la masonería como lo hace con el comunismo, y el Padre Jordí Rivero la añade de motu propio para "suplementar" lo que faltaba de decir; sólo le faltó agregar a "Los Protocolos de los Sabios de Sión" para estar en plena sintonía con literatos como "Traian Romanescu" y Salvador Borrego.)

En 1917, año de las apariciones, ocurrieron las revueltas en Roma inspiradas por la Masonería que clamaba por el fin del papado. En el mismo año surgió el código de ley canónica que explícitamente condena la Masonería. Mientras tanto, los pastorcitos estaban directamente amenazados por la Masonería. Arturo de Oliveira Santos, quién arrojó en la cárcel a Lucia, Jacinta y Francisco y amenazó con matarlos, era miembro de la temida autoridad masónica que gobernaba Portugal. (Se ignora qué tan cierta pueda ser la hipótesis de que el jacobino alcalde anticlerical portugués del poblado de Ourém, Arturo de Oliveira Santos, haya sido violado cuando era niño por un sacerdote pedófilo en una época en la que las víctimas de este tipo de crímenes jamás se atrevían a hablar de ello por la inmensa vergüenza que tal hecho les producía sumado al alto sitial de credibilidad de los sacerdotes católicos a quienes se les creía incapaces de cometer tamaña transgresión en contra de niños indefensos. Esto posiblemente nunca se sabrá.)

RESPUESTA: Es cierto que muchos líderes de movimientos seculares, revolucionarios y anticlericales han sido masones. Lo que hace mal el Padre es generalizar que todos los masones o que la masonería como organización conspire en contra de la Iglesia o el estado. Hacer esto es como darle carta blanca a los detractores de la Iglesia que dicen que los sacerdotes son pedófilos y abusan de niños, y que la Iglesia aprueba esta práctica. (Esto es lo que comúnmente se conoce como "pagan justos por pecadores".)

El presunto masón Luis Ferrer, quien parece conocer aquello de lo que está hablando (en oposición a aquellos que son afectos a criticar y atacar duramente algo que desconocen, como el ultra-moralista Yunquista del grupo Pro-Vida Jorge Serrano Limón que en una mesa redonda en televisión en donde se debatía a favor y en contra de la película “El crimen del Padre Amaro” reconoció jamás haber hojeado el libro en su vida pese a estarlo atacando duramente y tras lo cual “desapareció” de la mesa de debates tras el corte comercial), agrega lo siguiente sobre lo que dice la Iglesia Católica (no sólo el Padre Jordi Rivero) acerca de la Masonería:

AFIRMACION: La oposición de la Iglesia a la Masonería se fundamenta en:

-Su violación del Primer Mandamiento. Los masones tienen un concepto de la divinidad opuesto al de la revelación judeo-cristiana. No aceptan al Dios Trino, único y verdadero. Su deidad es impersonal. El falso dios de la razón.

RESPUESTA: La masonería no impone creencias religiosas. El masón como individuo es responsable de buscar a su Dios.

AFIRMACION: -Su violación del Segundo Mandamiento. El grave abuso de los juramentos en nombre de Dios. Formalmente invocan la deidad en sus ritos de iniciación para sujetar al hombre, bajo sanciones directas (¿?), a objetivos contrarios a la voluntad divina,

RESPUESTA: Los juramentos son puramente simbólicos (Que me parta un rayo si,,,Que me muera si...cosas que solo Dios tiene el poder para hacer). No existen evidencias para probar que se han cumplido dichas penas ni la masonería conspira contra la voluntad del Dios del iniciado.

AFIRMACION: -Su rechazo a la Iglesia Católica, la cual intenta destruir. (Su objetivo de destruir la Iglesia está ampliamente documentado).

RESPUESTA: El hecho que la organizacion no mencione ni sea sujeta al control de la Iglesia no significa que esté en contra de ella. Está documentado (aunque no diga donde) que muchos masones lideraron movimientos que le quitaron poder a la Iglesia, pero esto no significa que la masoneria como organización lo haga.

Aunque Luis Ferrer no lo menciona, Spectator agregará aquí que los masones que llegaban a caer en manos de la Inquisición Española por regla general terminaban muy mal sus días; hay una historia muy amplia al respecto disponible en Internet que se puede obtener en cualquier motor de búsqueda con la hilera:

masoneria+inquisicion

Si hemos de guiarnos por lo que han puesto muchos autores Cristeros en sus escritos, México debería seguir siendo una colonia de España bajo un sistema monárquico o por lo menos tener su propia monarquía (el primer y último Emperador de México, Agustín de Iturbide, es uno de los pocos héroes de la ultraderecha mexicana), la Iglesia Católica debería ser la religión oficial del Estado con todas las demás religiones proscritas o toleradas como sectas paganas de entretenimiento, las fraternidades masónicas deberían ser inexistentes con los “hermanos” masones debidamente “confesados” por algún substituto del Tribunal del Santo Oficio y ejecutados “tal y como se lo merecen”, y toda la historia reinterpretada al gusto de ellos (bajo la actualizada óptica de “la gran conspiración judía masónica comunista”). Nada de democracia, nada de tolerancia religiosa, nada de liberales y “libre pensadores”, nada de laicismo en las escuelas, nada de matrimonios civiles, todas las actividades de cada individuo debidamente “moralizadas” y censuradas por un paternalista Estado católico. En realidad, así vivían los mexicanos en los tiempos de la Colonia. No es de extrañar que los primeros independentistas como Hidalgo, Morelos, Guerrero y Allende hayan encontrado el suficiente apoyo y simpatías para eventualmente empezar a terminar con aquél estado de cosas que algunos en México todavía quisieran ver regresar. En el caso de Don Miguel Hidalgo y Costilla, considerado como el Padre de la Patria en México, el cual no era masón (no se conoce prueba alguna de que lo haya sido como afirman varios literatos de la ultraderecha) y mucho menos protestante o judío, lejos de haber alguna piedad cristiana para él después de su captura, hubo un terrible proceso de excomunión con un correspondiente edicto elaborado por el Obispo de Michoacán Manuel Abad y Queipo, cuyo texto se reproduce a continuación:

Por autoridad del Dios Omnipotente, El Padre, El Hijo y El Espíritu Santo y de los santos cánones, y de las virtudes celestiales, ángeles, arcángeles, tronos, dominaciones, papas, querubines y serafines: de todos los santos inocentes, quienes a la vista del santo cordero se encuentran dignos de cantar la nueva canción, y de los santos mártires y santos confesores, y de las santas vírgenes, y de los santos, juntamente con todos los santos y electos de Dios: Sea condenado Miguel Hidalgo y Costilla, ex-cura del pueblo de Dolores.

Os excomulgamos y anatemizamos, y de los umbrales de la iglesia del todo poderoso Dios, lo secuestramos para que pueda ser atormentado eternamente por indecibles sufrimientos, justamente con Dathán y Habirán y todos aquellos que le dicen al señor Dios: ¡Vete de nosotros, porque no queremos ninguno de tus caminos! Y así como el fuego es extinguido por el agua, que se aparte de él la luz por siempre jamás. Que el Hijo, quien sufrió por nosotros, lo maldiga. Que el Espíritu Santo, que nos fue dado a nosotros en el bautismo, lo maldiga. Que la Santa Cruz a la cual Cristo, por nuestra salvación, ascendió victorioso sobre sus enemigos, lo maldiga. Que la santa y eterna madre de Dios, lo maldiga. Que San Miguel, el abogado de los santos, lo maldiga. Que todos los ángeles, los principados y arcángeles, los principados y las potestades y todos los ejércitos celestiales, lo maldigan. Que sea San Juan el precursor, San Pablo y San Juan Evangelista, y San Andrés y todos los demás apóstoles de Cristo juntos, lo maldigan.

Y que el resto de sus discípulos y los cuatro evangelistas, quienes por su predicación convirtieron al mundo universal, y la santa y admirable compañía de mártires y confesores, quienes por su santa obra se encuentran aceptables al Dios omnipotente, lo maldigan. Que el Cristo de la santa Vírgen lo condene. Que todos los santos, desde el principio del mundo y todas las edades, que se encuentran ser amados de Dios, lo condenen. Y que el cielo y la tierra y todo lo que hay en ellos, lo condenen.

Sea condenado Miguel Hidalgo y Costilla, en dondequiera que esté, en la casa o en el campo, en el camino o en las veredas, en los bosques o en el agua, y aún en la iglesia. Que sea maldito en la vida o en la muerte, en el comer o en el beber; en el ayuno o en la sed, en el dormir, en la vigilia y andando, estando de pie o sentado; estando acostado o andando, mingiendo o cantando, y en toda sangría. Que sea maldito en su pelo, que sea maldito en su cerebro, que sea maldito en la corona de su cabeza y en sus sienes; en su frente y en sus oídos, en sus cejas y en sus mejillas, en sus quijadas y en sus narices, en sus dientes anteriores y en sus molares, en sus labios y en su garganta, en sus hombros y en sus muñecas, en sus brazos, en sus manos y en sus dedos.

Que sea condenado en su boca, en su pecho y en su corazón y en todas las vísceras de su cuerpo. Que sea condenado en sus venas y en sus muslos, en sus caderas, en sus rodillas, en sus piernas, pies y en las uñas de sus pies. Que sea maldito en todas las junturas y articulaciones de su cuerpo, desde arriba de su cabeza hasta la planta de su pie; que no haya nada bueno en él. Que el hijo del Dios viviente, con toda la gloria de su majestad, lo maldiga. Y que el cielo, con todos los poderes que en él se mueven, se levanten contra él.

Que lo maldigan y condenen. ¡Amén! Así sea. ¡Amén!

Sirva como reivindicación de la Iglesia Católica como institución el hecho de que la excomunión en contra de Don Miguel Hidalgo efectuada por el Obispo Manuel Abad y Queipo fue nulificada por el Cabildo de la Catedral de Valladolid, quizá tomando en cuenta ciertos factores como el hecho de que uno de los primeros actos del Cura de Dolores en su alzamiento fue la abolición de la cruel esclavitud que se practicaba en México con los parabienes de la monarquía española, habiéndose expedido dicho decreto libertario precisamente (e irónicamente) en la hoy cuna nacional del ultraderechismo clandestino, la ciudad de Guadalajara, el 6 de diciembre de 1810.

Con estos rituales de satanización que la Iglesia Católica de hoy no aplica ni siquiera a narcotraficantes multiasesinos de la peor ralea como el “Chapo” Guzmán y el “Mayo” Zambada, algunos prelados católicos como el Obispo Manuel Abad y Queipo ayer y sus sucesores de hoy han demostrado y siguen demostrando sobradamente que, si por ellos fuera, México debería haber seguido siendo por los siglos de los siglos una colonia de la monarquía española a la cual por lo visto le eran más fieles que a los mensajes de salvación y perdón del mismo Jesús. Afortunadamente, no todos los sacerdotes católicos son partidarios de las extravagantes creencias de la extrema derecha, tan sólo una pequeña minoría de ellos. Desafortunadamente, en México nadie sabe a ciencia cierta cuáles de ellos han pasado a formar parte de esta peligrosa minoría.

En contraste, en Estados Unidos George Washington jamás fue sometido a tan preocupantes maledicencias y pudo vivir para convertir a su país en la primera democracia del continente americano con el pleno apoyo para su gesta independentista del Estado de Maryland -Mary land traducido al Español significa “tierra de María”- fundado por británicos católicos (hasta la fecha, en Maryland la población católica continúa ocupando el mayor porcentaje poblacional en dicho Estado) sin que hubiese jamás pleito alguno y mucho menos guerras fraticidas entre los católicos de Maryland y los protestantes y masones que allí habitaban, dándole así a los Estados Unidos el buen principio que a México se le negó al cortarle la cabeza al Padre de la Patria para exhibirla como un trofeo macabro en la Alhóndiga de Granaditas. Esta diferencia de actitudes explica el por qué en los Estados Unidos jamás hubo una ruinosa Guerra Cristera como la que tuvo lugar en México como resultado de las feroces animosidades sembradas desde aquellos tiempos en ambos bandos. La lucha actual emprendida por gente como el Padre Jordí Rivero en contra de todas las fraternidades masónicas es la continuación de aquella maraña de divergencias que hasta la fecha sigue sin resolverse por lo menos en México.

El caso es que, con las ideas nutridas por literatura de carácter fraudulento llegada de fuera en los años veintes describiendo una “conspiración judía comunista” para apoderarse del planeta, sumadas al propio conflicto en casa en México enfrentando a liberales y conservadores desde los días en que México se independizó de España, tras la conclusión de la Guerra Cristera se fue consolidando en la ciudad de Guadalajara por espacio de cuatro años una clase ultraconservadora fanática en grado extremo, conformada en buena medida por la clase media alta con las simpatías de la clase alta de dicha ciudad, una nueva casta de pseudo-católicos que adoptaron los “dogmas” de “la gran conspiración judía masónica comunista” como una nueva religión que a su modo de ver podía convivir sin problema alguno con la religión católica que afirmaban profesar. Los integrantes de la supuestamente desaparecida “U” seguían allí, listos para reactivarla y darle nueva vida a esta organización ultrasecreta, lo cual muy pronto tendrían oportunidad de hacer justo cuando al mismo tiempo en Europa se estaba consolidando el régimen dictatorial de Adolfo Hitler con el cual buscarían tender lazos de amistad a través de contactos forjados al fragor de la Guerra Cristera, entre los cuales muy bien podría haber estado Leon Degrelle, el cual es muy posible que también haya sido inducido y juramentado dentro de la “U” en cuyo caso supo cumplir muy bien hasta el final de sus días con el juramento de lealtad y secrecía que sería extendido con nuevos fines al llegar a su fin en 1933 la enclenque tregua entre los ultraconservadores de Jalisco y los liberales de México.

El Renacimiento de la "U"

En la película 2001: Una Odisea del Espacio basada en la novela de ciencia-ficción de de Arthur C. Clarke, el autor describe una computadora sumamente sofisticada instalada en una nave interplanetaria que lleva a un grupo de astronautas en una misión hacia Jupiter, la computadora HAL 9000, la cual por sus sofisticadas capacidades podía sostener conversaciones inteligentes con los astronautas para ayudarlos en el éxito de su misión. HAL era, en efecto, una forma de vida cibernética creada por el hombre, un hito en el campo de la inteligencia artificial. Esta computadora, que debería de haber sido un poderoso auxiliar para la misión, una especie de “ángel de la Guarda”, termina convirtiéndose en el peor villano de la película matando uno por uno a los miembros de la tripulación hasta que sólo queda un único sobreviviente. La computadora en sí, al igual que el primer hombre Adán antes de su caída, era incapaz de obrar con malicia, ya que en su programación grabada en sus circuitos básicos (el equivalente de nuestras neuronas cerebrales) HAL había sido construída para “el procesamiento exacto de la información sin ocultamiento ni distorsión” entregando sus conocimientos, sus resultados y sus conclusiones sin distorsión ni alternaciones; había sido construída para hablar siempre con la verdad con sus interlocutores humanos sin ocultarles nada. Pero por cuestiones de seguridad, se había introducido en HAL una orden ejecutiva emanada de la Casa Blanca, la orden de que les ocultara a los tripulantes de la nave el verdadero propósito de la misión hasta que no llegara la nave a Júpiter. En esencia, se le había instruído a HAL para que mintiera, contradiciendo la naturaleza básica de su diseño y su propósito original. El tener que vivir en la mentira a la vez de tener que servir con honestidad a los tripulantes de la nave crea en HAL una severa “crisis de personalidad”, el equivalente cibernético de una paranoia humana producto de la contradicción lógica que estaba condenada a vivir. En cierto momento al hacer crisis este conflicto de directivas, HAL toma la decisión de matar a toda la tripulación, la única opción disponible que le permite obedecer sus instrucciones básicas a nivel de lenguaje de máquina de hablar siempre con la verdad y por otro lado cumplir al mismo tiempo con sus órdenes de no revelar el propósito de la misión, al no quedar ya nadie para ocultar el secreto tras matarlos a todos.

Resulta extraño ver cómo a veces la vida imita al arte.

La primera fatalidad espiritual en la creación de la organización ultrasecreta conocida como la “U” debió de haber sido el primer Sacerdote (¿Ramón Pérez Biramontes?) que le tomó el primer juramento de lealtad al primer iniciado recurriendo al uso de símbolos sacros para avalar algo que desde el principio estaba condenado a vivir en la mentira, en el engaño, en la simulación y en la traición, propósitos diametralmente contrarios a las enseñanzas de Jesús y de la Biblia, condenando al primer iniciado por el resto de su vida a a mentirle a todos inclusive a sus propios familiares y a actuar en la clandestindad con plena disposición para cometer actos que podían llegar al crimen. ¿Cómo conciliar esto con las enseñanzas de Jesucristo, el cual conminó a sus Apóstoles y a sus seguidores a dar siempre la cara sin ocultar la verdad? ¿Cómo conciliar ésto con las enseñanzas de la Biblia en lo que respecta a los mandamientos dados a Moisés en el Monte Sinaí? Por más que se intente reconciliar la verdad con la mentira, la honestidad con la simulación y el engaño, esto simple y sencillamente no es posible. Lo uno es el ámbito del Supremo Creador, lo otro es el ámbito del Diablo. Y una vez que alguien osa cruzar esta línea divisoria, el camino que sigue es cuesta abajo, emulando a la caída de Adán y a la corrupción de HAL, con esperanzas casi nulas de poder salir del bache. Por muy buenas que hayan sido las intenciones al recurrir a éste experimento de creación de la “U”, la crisis de identidad en los participantes no podía ser echada de lado, lo cual aplica también en la actualidad a todos aquellos que están juramentados en alguna sociedad secreta de ultraderecha, y eventualmente los que están metidos en algo como esto no sólo terminan convirtiéndose en mentirosos y simuladores llevando una doble vida. Terminan revistiéndose también de cinismo, creyendo encontrar de alguna manera todas las justificaciones éticas y morales para hacer lo que están haciendo, para lo cual procuran buscar y encontrar consuelo espiritual en otros sacerdotes que estén de acuerdo con ellos en su ideología extremista, arrastrándose todos juntos a la vorágine de la cual no podrán salir nunca más.

No queda absolutamente ninguna duda de que el Padre Ramón Pérez Biramontes se llevó consigo muchos secretos terribles a su tumba, entre ellos su muy posible involucramiento como “asesor espiritual” y “consejero” de quienes fundaron a la Universidad Autónoma de Guadalajara. Habiendo estado adscrito como Sacerdote precisamente en la ciudad de Guadalajara y habiendo fallecido en 1986, tuvo tiempo más que suficiente para estar “asesorando” a los fundadores de dicha universidad en la implementación de la organización secreta que tomaría las funciones que anteriormente estuvo ejercitando la “U”, y ciertamente tuvo tiempo más que suficiente para conocer a otro sacerdote importado de Argentina que era firme creyente de las teorías conspiratorias expuestas en Los Protocolos de los Sabios de Sión, Julio Meinvielle, cuyas prédicas antisemíticas condujeron directamente a la creación del terrible Movimiento Nacionalista Tacuara en Argentina que, al igual que Los Tecos en Guadalajara, empezó como un grupo estudiantil formado a finales del año 1957, el Grupo Tacuara de la Juventud Nacionalista. (Tomando en cuenta que los primeros Tecos hicieron su aparición en Guadalajara a principios de los años treinta, anticipándose por más de dos décadas a los Tacuaras en Argentina, es muy posible que el mismo Padre Julio Meinvielle haya tomado “prestada” de México la idea de una organización estudiantil clandestina cohesionada en torno al extremismo fascista llevándosela hasta Argentina para prohijar a través de terceras personas la creación de los Tacuaras; y de ser así entonces mucho del extremismo ultraderechista argentino vendría siendo una consecuencia directa de lo que estaba sucediendo en México a espaldas de la población e inclusive de la misma Iglesia Católica.) El principal problema que el Padre Ramón Pérez Biramontes hubiera tenido para habernos dejado aclarada en su totalidad la historia secreta de la “U” eran las actividades criminales en las que dicha organización hubiera incurrido “en defensa de la fé”, de lo cual quedan pocas dudas ya que si se llegó al extremo de haber organizado un comando suicida para llevar a cabo un magnicidio, ¿qué los detenía para ejecutar sin juicio previo a otros personajes de menor cuantía, actuando dicha organización secreta como Juez, Jurado y Verdugo? Y como cada uno de los iniciados había ingresado a la “U” con la promesa implícita de que su identidad y sus actividades criminales serían protegidas en la mayor de las confidencialidades y jamás serían reveladas a nadie, no le era posible al Padre Pérez Biramontes exponer todo lo que sucedió en nombre de la “U” aún después de haber terminado la Guerra Cristera sin obtener de antemano la autorización expresa para ello de TODOS sus miembros, lo cual se antoja imposible de lograr en el caso de gente que por su posición social privilegiada tuviera mucho que perder si acaso llegaran a conocerse las actividades criminales en las que la “U” haya estado involucrada; hacer tal cosa los hubiera obligado a presentarse ante la comisaría de policía más cercana confesándolo todo para ser sometidos posteriormente a un juicio público que los hubiera exhibido no como auténticos cristianos sino como buitres, verdaderos lobos con piel de oveja. Para el Padre Pérez Biramontes, el haber solapado la creación de una gran mentira de consecuencias funestas lo obligó a él mismo a vivir en la mentira y la simulación hasta el final de sus días ocultando secretos terribles que el pueblo de México tenía pleno derecho a conocer, secretos terribles que se llevó consigo a la tumba (no dejó ningún testamento ológrafo ni confesión pública alguna que revelase absolutamente nada acerca de las actividades clandestinas de la “U”). No se sabe si al momento de expirar este sacerdote haya quedado exánime en su lecho de muerte con un gran cargo de conciencia por haberse prestado a algo para lo cual jamás se debería de haber prestado.

Quiso el destino que al año siguiente de haber terminado la Guerra Cristera se llevaran a cabo las elecciones presidenciales en las cuales el candidato José Vasconcelos, el cual desarrolló una ambiciosa campaña electoral que despertó las ilusiones de muchos contando además con las simpatías de los grupos conservadores y ultra-conservadores de México, fué proclamado perdedor en unas elecciones marcadas por irregularidades tales que hasta la fecha muchos historiadores de renombre no dudan que el triunfador oficial, Pascual Ortiz Rubio, había sido impuesto por la vía del fraude electoral (los resultados oficiales arrojaron un 99 por ciento de los votos para Ortiz Rubio y un uno por ciento para Vasconcelos), lo cual le acarreó al gobierno federal un repudio todavía mayor de las clases conservadoras que siempre lo consideraron como un gobernante ilegítimo, no faltando aquellos que desde el Estado de Jalisco lo tildaron de ser el beneficiario de una imposición producto de “la gran conspiración judía masónica comunista”. Con su legitimidad fuertemente cuestionada por quienes habían respaldado a José Vasconcelos, Pascual Ortiz Rubio sufrió un atentado en contra de su vida, y al cabo de dos años fué substituído por Abelardo Rodríguez en lo que vino siendo un interinato, accediendo al poder no por la vía del voto popular sino por un procedimiento legislativo. Tras el descalabro Vasconcelista, paulatinamente los conservadores y ultraconservadores de Jalisco, incluyendo a la naciente casta de corte fascista, fueron cayendo en la cuenta de que no se les dejaría llegar jamás al poder en México por la vía de las urnas. Y si no les era posible arrebatarles el poder a los integrantes del entonces partido oficialista, entonces... ¿por qué no mejor infiltrarlos por dentro? Esta idea no era nada nueva, era precisamente una de las estrategias que seguramente la “U” habrá considerado y posiblemente hasta haya utilizado.

Así, mientras todo tipo de ideas raras se cocían en la ciudad de Guadalajara aprovechándose el pacto jamás formalizado por escrito de una tregua entre ambos bandos, en la Ciudad de México se gestó el primero de dos conflictos estudiantiles universitarios serios, el primero de los cuales hubo de ser encarado precisamente por el mismo político bajo el cual la Guerra Cristera llegó a su conclusión sin una victoria clara para ambos bandos, el Presidente Emilio Portes Gil. Para repasar los hechos en torno al primero de estos conflictos, a continuación citaremos textualmente un artículo elaborado por Carlos Monsiváis en noviembre del 2004, en donde tenemos expuesto el preludio a lo que sería otro segundo conflicto del cual derivaría eventualmente la fundación en Jalisco de la Universidad Autónoma de Guadalajara, la cual terminaría convirtiéndose en la sede central de la causa de la extrema derecha de México:

La Autonomía se incorpora a las siglas de la Universidad.

En 1929 lo que conmueve a los estudiantes es la candidatura de José Vasconcelos a la Presidencia de la República (Por estudiantes se entiende por lo común a la minoría activa que, por su impulso o por la inercia de los demás, representa a la totalidad). Luego de un desempeño notable en la Secretaría de Educación Pública, Vasconcelos encabeza un movimiento de “la Civilización” (Quetzalcóatl, el propio Vasconcelos) contra “la Barbarie” (los generales, y el Jefe Máximo Plutarco Elías Calles en particular). La vanguardia estudiantil, casi toda compuesta por estudiantes de Leyes, vuelve al vasconcelismo una causa vital, lo que en la ciudad relativamente pequeña le preocupa al gobierno del Presidente interino Emilio Portes Gil.

El rector Antonio Castro Leal aprueba el examen escrito en lugar de los tres exámenes orales a que se sujetaban los estudiantes de Derecho, y casi de inmediato el repudio estudiantil se expresa con manifestaciones y enfrentamientos con la policía. Portes Gil, molesto con la “franca indisciplina” y el rechazo de los acuerdos, y, sobre todo, a disgusto con el vasconcelismo de los líderes, recurre a la intimidación: “Todas las faltas, alteraciones del orden público o delitos que cometan los estudiantes huelguistas, quedarán sujetos a los reglamentos de policía y leyes penales”. El 5 de mayo se declara la huelga en Derecho, el día 7 se clausura la escuela por acuerdo presidencial con todo y grupo de bomberos que la ocupa. Surge la advertencia: si ese año no se abre la escuela sobre una base disciplinaria, en 1930 Leyes será suprimida invirtiéndose el presupuesto en escuelas politécnicas. Y los soldados reemplazan a los bomberos.

La huelga se extiende y abarca a casi todas las escuelas. En su pliego petitorio los estudiantes de Leyes reclaman:

1 - Renuncia del Secretario de Educación, del subsecretario, de todos los directores de las escuelas universitarias, de los de las secundarias 1 y 3, del Rector de la Universidad y los ceses del inspector de Policía y del Jefe de las Comisiones de Seguridad.

2 - Igualdad de votos en el Consejo Universitario.

3 - Autonomía Universitaria.

4 - El nombramiento del rector debe hacerlo el Presidente de la República a terna propuesta por el Consejo Universitario.

El 26 de mayo, en Veracruz, José Vasconcelos declara: “La actual huelga de estudiantes viene a demostrar la fuerza del poder que ejercen éstos en la opinión pública. Llama la atención, en primer lugar, que los estudiantes se solidaricen para defender sus derechos escolares contra la unificación de reconocimientos, porque los cuestionarios, y en general la forma en que se ha traducido el sistema, es una imitación de sistemas, ya caducos, de los Estados Unidos...” Poco después, Portes Gil sale al paso y les regala la autocrítica del régimen y la Autonomía:

Aunque no explícitamente formulado, el deseo de ustedes es el de ver su Universidad libre de la amenaza constante que para ella implica la ejecución, posiblemente arbitraria en muchas ocasiones, de acuerdos, sistemas y procedimientos que no han sufrido previamente la prueba de un análisis técnico y cuidadoso, hecho sin otra mira que el mejor servicio posible para los intereses culturales de la República. Para evitar ese mal, sólo hay un camino eficaz: el de establecer y mantener la autonomía universitaria. Al dar un paso tan trascendental, la dirección de la Universidad quedará libre y definitivamente en manos de sus miembros, maestros y alumnos; pero, junto con la libertad, alumnos y maestros deberán asumir cabalmente el peso de toda la responsabilidad que la gestión universitaria trae consigo.

El 4 de junio la Cámara de Diputados faculta al Ejecutivo para dictar la ley que crea la Universidad Nacional Autónoma. El secretario de Educación, licenciado Ezequiel Padilla, profetiza en el recinto parlamentario: “Lentamente los ensueños van realizándose, los hombres de la Revolución se habían opuesto a la Autonomía de la Casa de Estudios, por evitar que ésta cayera en manos enemigas, o en las de los protestantes, como temía el licenciado Luis Cabrera. Las clases intelectuales han estado divorciadas de los intereses del pueblo y de la Revolución”. Y humilla la modestia de los huelguistas: el Presidente quiso establecer el sistema de investigación, y poner en contacto al pueblo y al estudiante, pero al primer intento surgió el grito de rebeldía. Entonces el licenciado Portes Gil “frente a los estudiantes que pedían pequeñeces, propuso la autonomía de la Universidad”.

En rigor, en esta etapa la Autonomía sólo significa la capacidad para nombrar rector y directores de escuelas. Sin embargo, se obtiene el cambio de status de la Universidad: en el imaginario colectivo: ya no es sólo la institución que garantiza la formación de sus egresados, sino uno de los poderes de segunda fila de una República en cuya primera fila sólo se deja ver una persona. La liberación administrativa es el pregón de la modernidad académica, y por eso, en la Ley Orgánica de la UNAM promulgada el 10 de junio de 1929, se vaticina la independencia absoluta: “La Universidad seguirá siendo nacional, por lo tanto una institución de Estado que deberá irse convirtiendo con el tiempo en institución privada” [Subrayados de Carlos Monsiváis].

Al mismo tiempo, la promesa de libertad: “que (a la Universidad) se le entregará un subsidio, pero el gobierno ejercerá sobre la institución la vigilancia necesaria para salvaguardar la responsabilidad que implica el manejo de ese subsidios”. [Nuevos subrayados de Carlos Monsiváis] Aquí se fija uno de los problemas irresolubles de la Autonomía, la independencia académica se combina con la sujeción económica del Estado. La despedida del movimiento corre a cargo de su líder Alejandro Gómez Arias:

Hoy, jueves 11 de julio de 1929, después de sesenta y ocho días de huelga, el comité general de la misma cesa en sus funciones. Se da por terminado el movimiento y el directorio, por última vez, pide encarecidamente a todos los estudiantes de México hagan que la Universidad Autónoma que formamos con la revolución, nuestra sangre, nuestra huelga y nuestra palabra, viva cada día más fuerte, más pura y más mexicana.

La revolución aludida (la vasconcelista por venir) al triunfo del candidato del PNR se vuelve la Revolución, la única concebible, la marcada por la aplicación muy selectiva de la Constitución de 1917.

Es así como la Universidad Nacional de México se convirtió en la Universidad Nacional Autónoma de México. Esto ocurrió en 1929 cuando Emilio Portes Gil era Presidente de México, justo cuando la sangrienta Guerra Cristera se acercaba a su conclusión. Pero como ya se dijo, ésto fué tan solo un preludio para lo que habría de venir, no tanto en la Ciudad de México sino en la ciudad de Guadalajara, con amplias repercusiones a largo plazo para el futuro político del país.

Habiendo transcurrido apenas cuatro años desde que el conflicto armado conocido como la Guerra Cristera se diera por concluído, el gobierno federal, presidido por Abelardo Rodríguez que por el hecho de ser Masón se prestó admirablemente para apuntalar en las mentes de los nacientes fascistas jaliscienses la hipótesis de “la gran conspiración judía masónica comunista”, reformó el Artículo Tercero de la Constitución el 10 de octubre de 1934 para permitir la implantación en México de la educación socialista, una reforma con la cual se intentó imponer un sistema educativo que debería ser no sólo laico sino socialista, desprovisto por completo de nociones religiosas, un sistema educativo esencialmente materialista y ateo. El texto de la reforma propuesta por Abelardo Rodríguez en sí fue sumamente breve y conciso:

La educación que se imparta será socialista en sus orientaciones y tendencias pugnando porque desaparezcan prejuicios y dogmatismos religiosos y se cree la verdadera solidaridad humana sobre la base de una socialización progresiva de los medios de producción económica.

Una educación racionalista, materialista, con el libro “El Origen de las Especies” de Darwin substituyendo a la Biblia, un sistema educativo substituyendo a la fé por la razón, un sistema educativo en el que la religión de cualquier tipo no tenía cabida dentro de las aulas de clase, la prescripción de rezos dentro de las escuelas públicas. Como era de esperarse, muchos católicos, sobre todo aquellos católicos ultraconservadores que apenas hace unos cuantos años atrás habían depuesto las armas de la Guerra Cristera por órdenes directas dadas desde Roma, pusieron el grito en el cielo.

(Por cierto, en su portal Internet, la Universidad Autónoma de Guadalajara no se cansa de acusar con fines propagandísticos una aserción repetida una y mil veces por ellos de que con las modificaciones al Artículo Tercero Constitucional lo que el gobierno federal quería hacer realmente era implantar en México una enseñanza de corte marxista, como la que se estaba enseñando en Rusia, lo cual es falso. Esto lo podemos comprobar leyendo y releyendo cuidadosamente cuantas veces sea necesario el texto original de la modificación al Artículo Tercero Constitucional, en donde las palabras marxismo, comunismo, bolchevismo y otras por el mismo estilo están notoriamente ausentes. En ningún lado habla la propuesta sobre la implantación de una educación marxista o una educación comunista. Esto es una tergiversación deliberada hecha con todo dolo y mala fé para “encuadrar” todo lo que estaba sucediendo en relación a la reforma educativa en México dentro de la fantasía manejada por la naciente ultraderecha jalisciense, “la gran conspiración judía marxista masónica” inspirada ultimadamente en los apócrifos “Protocolos de los Sabios de Sión”, los cuales ya estaban en amplia circulación en la ciudad de Guadalajara en esos días, pese a que ya para ese entonces en Europa se había comprobado que los famosos Protocolos eran un vil fraude literario, quizá uno de los mayores fraudes literarios del siglo.)

El repudio a esta reforma educativa presentó dos facetas esencialmente diferentes dependiendo de la región del país en la cual se quería aplicar; estamos hablando de dos ópticas distintas, de dos puntos de vista diferentes para ver la misma cosa. En la Ciudad de México en donde la Guerra Cristera era vista por los capitalinos como un conflicto distante que se estaba llevando a cabo en la provincia en la región del Bajío, la reforma educativa impulsada por el Presidente Lázaro Cárdenas era vista como una injerencia directa del gobierno federal en lo que se consideraba el derecho a la libertad de cátedra bajo el cual todos los puntos de vista tanto de estudiantes como maestros merecían cabida dentro del ámbito educativo universitario sin excluír a nada ni a nadie. Bajo el liderazgo del Doctor Antonio Caso, dentro de la Universidad Nacional (predecesora de la UNAM) se emprendió una dura lucha en pro de la libertad de cátedra, con el comunista Vicente Lombardo Toledano encabezando el bando contrario que estaba a favor de la reforma educativa, lo cual tuvo su clímax en el terreno de las ideas con una serie de debates históricos que tuvieron lugar en septiembre de 1933 entre el líder del bando “idealista” Antonio Caso y líder del bando “materialista” Lombardo Toledano, los cuales fueron continuados en una serie de artículos que estuvieron apareciendo en EL UNIVERSAL (el consenso mayoritario en aquellos tiempos fue que el triunfador de dichos debates resultó ser el Doctor Antonio Caso).

Pero en la región del Bajío y especialmente en la ciudad de Guadalajara, con los cruentos eventos de la Guerra Cristera aún frescos en la mente de muchos la reforma educativa impulsada por el Presidente Cárdenas era vista desde una perspectiva completamente diferente. Lo que estaba sucediendo fue reinterpretado por la clase intelectual ultraconservadora de Jalisco como una nueva maniobra de la gran conspiración judía masónica comunista para apoderarse de las mentes de los jóvenes mexicanos logrando a través de las aulas lo que no habían podido obtener antes, durante, y después de la Guerra Cristera: la desaparición de la fé católica. Y para responder a esta supuesta “conspiración”, en Jalisco se tendría listo eventualmente un mecanismo “defensivo” para impedir el triunfo del “enemigo”: la reactivación de la U. En efecto, se trataría de responder a una conspiración con otra, excepto que mientras que una de ellas era en buena medida ficticia la otra era una terrible realidad dispuesta al uso libre e indiscriminado de armas tan terribles como el espionaje, la infiltración, la simulación, la traición, la perfidia y el asesinato. Después de todo, si “el enemigo” (en sus mentes paranoicas) lo estaba haciendo ya, ¿por qué no ellos?

En rigor de verdad, lo que sucedía en México en el Estado de Jalisco no era un fenómeno local, era parte de un fenómeno global. En España, esta confrontación de posiciones radicalizó ambos bandos convirtiendo a la izquierda en ultra-izquierda y a la derecha en ultra-derecha, detonando una sangrienta Guerra Civil en la que la intervención militar directa de la Alemania Nazi fue decisiva para darle el triunfo absoluto a la ultraderecha española entronizando al Generalísimo Francisco Franco como dictador vitalicio de la península ibérica.

Pero lo que estaba por ocurrir en México iba a ser algo sin parangón en el resto del mundo. La secrecía conspiratoria de la “U” sería reactivada de nuevo aunque en esta ocasión eventualmente tendría una sede física permanente de operaciones que cuando se creó la “U” no existía, la Universidad Autónoma de Guadalajara, desde la cual se empezarían a tender lazos de amistad y contactos estrechos con los regímenes fascistas europeos que se estaban consolidando en Europa. La “U” renacería de nuevo, pero ya no como la U Cristera, sino como una nueva organización, aunque reteniendo varias de las prácticas que se habían prohijado dentro de la “U”, tales como el concepto de una organización ultrasecreta operando dentro de otra organización también secreta, el uso de juramentos de lealtad para afianzar y comprometer férreamente las voluntades de los “iniciados”, el uso de símbolos religiosos para darle falsamente al juramento de lealtad la apariencia de validez ante los ojos de Dios, las reuniones en lugares secretos a los cuales había que dar alguna contraseña de entrada (por ejemplo, alguna serie de golpes en la puerta siguiendo cierto orden predeterminado) y sobre todo el requerimiento de la obediencia ciega y absoluta a una estructura en la cual ninguno de los militantes de base conocía las identidades de los jefes máximos de la organización.

Al concluír su gestión como Presidente Abelardo Rodríguez en 1934, ya no tuvo tiempo de tratar de hacer valer la reforma educativa por él impulsada. Esta tarea caería sobre su sucesor, el General Lázaro Cárdenas:





Es así como en 1934 el General Lázaro Cárdenas recién inaugurado como Presidente de México continuó con el desafortunado experimento que eventualmente a largo plazo tendría una repercusión seria para lo que está viviendo México en estos momentos. El intento de la implantación de la educación socialista en México a todos sus niveles invariablemente detonó el segundo conflicto serio que sacudió a la UNAM tras aquél conflicto de 1929 con el cual había obtenido su autonomía. De nueva cuenta, citamos directamente a Carlos Monsiváis para un recuento de este segundo conflicto:

La libertad de cátedra. La derrota del pensamiento único
La Autonomía como libertad de enseñanza
.

En 1933, en Veracruz, el Primer Congreso de Universitarios Mexicanos, asistido por rectores, directores, maestros y estudiantes de todo el país, también se define:

“Las universidades y los institutos de carácter universitario del país tienen el deber de orientar el pensamiento de la nación mexicana.”

“Siendo el problema de la producción y la distribución de la riqueza material, el más importante de los problemas de nuestra época, y dependiendo su resolución eficaz de la transformación del régimen social que le ha dado origen, las universidades y los intelectuales de tipo universitario de la nación mexicana, contribuirán por medio de la orientación de sus cátedras en el terreno estrictamente científico, a la sustitución del régimen capitalista, por un sistema que socialice los instrumentos y los medios de producción.”

El dictamen y el proyecto buscan corresponder a la educación socialista que al año siguiente se incorpora al Artículo Tercero de la Constitución. De golpe, se quiere transformar el tono académico, aún regido por el idioma de la jurisprudencia, por un lenguaje científico y filosófico que en la matriz formativa (el bachillerato) envíe el fanatismo al museo de las supersticiones, y vincule a los estudiantes con “los diversos fenómenos del Universo” y con “la enseñanza de la filosofía basada en la Naturaleza”. Aparece ya en este diseño el culto “marxista” a la Infraestructura: la historia enseñará “la evolución de las instituciones sociales dando preferencia al hecho económico como factor de la sociedad moderna”. A la Ética y su producción de normas, se le encomienda dirigirse “hacia el advenimiento de una sociedad sin clases, basada en posibilidades económicas y culturales semejantes para todos los hombres”.

Los pronunciamientos son muy sectarios pero el movimiento lo es aún más. Todo sucede al mismo tiempo: la influencia del marxismo y de la Revolución Soviética, la necesidad de contener el desbordamiento del nazifascismo y el presentimiento de la justicia social al alcance del voluntarismo. La toma del poder se desprenderá, es de suponerse, de la toma de conciencia que es asunto de método. Los que demandan la transformación de la UNAM, entonces la Universidad a secas, disponen de un caudillo, Vicente Lombardo Toledano, un miembro de la elite convertido al marxismo. El enemigo a vencer, asegura Lombardo, es la pedagogía capitalista, y sus frutos funestos:

“La libertad de cátedra ha servido simplemente para orientar al alumno hacia una finalidad política, en relación a las características del Estado burgués. El Estado no ha sido central frente a las contiendas de los trabajadores, sino que todo él, a través de sus órganos, ha servido a una sola clase, la clase capitalista; y la enseñanza en las escuelas oficiales no ha sido más que un vehículo para sustentar en la conciencia de los hombres el régimen que ha prevalecido...”

Aún impresiona el alegato de Lombardo, que utiliza hechos ciertos y propone soluciones drásticamente estalinistas. ¿A qué distancia se halla Lombardo de las tesis del partido generosamente único, y de la democracia que se perfecciona sin disidentes? Se parte del desdén por el mercadeo de alternativas: “con la libertad de cátedra, los alumnos reciben de sus profesores todas las opiniones y, naturalmente, opiniones contrarias y aun contradictorias.” Acto seguido, Lombardo lo niega “capacidad de discernir” a los alumnos del bachillerato, y amerita su alegato: “se trata de formarles un criterio y no se puede formar un criterio sin saber en qué consiste ese criterio.” Primero el dogma, y lo demás vendrá por añadidura.

Y don Vicente, sumergido en las aguas heladas del cálculo socialista, desdeña la transmisión así nomás de conocimientos y de orientaciones, algo difícil de aceptar al ser “evidente que de quince de ellas [las alternativas] ninguna es la verdadera”. Y la conclusión es tajante y quién quita si insostenible:

“Libertad de cátedra sí; pero no libertad de opinar a favor de lo que fue el pasado y menos aún en contra de las verdades presentes. En otros términos, libertad de cátedra sí, pero libertad para opinar de acuerdo con las realidades que vivimos y de acuerdo con la verdad futura...”

“¿Y nosotros queremos seguir discutiendo los valores eternos cuando hay miseria palpable, mugre evidente, mendigos desastrosos, masas que están urgiendo un remedio claro y contundente? ¿Seguirá la Universidad discutiendo todas las ideas, todos los principios, para ofrecer al alumno nada más que vacilación y dudas? No, la Universidad ya no debe educar para la duda ni en la duda, sino en la afirmación.”

Frente a la intemperancia de Lombardo, el filósofo Antonio Caso, un cristiano un tanto retórico (Cfr. la crítica que le hace Jorge Cuesta), tiene la razón. La precipitación de Lombardo sugiere una izquierda convulsa, ansiosa de imponer el pensamiento totalitario para conseguir que de allí surja la revolución socialista. En cambio, Caso es muy convincente:

“La Universidad de México es una comunidad cultural de investigación y enseñanza; por tanto, jamás preconizará oficialmente, como persona moral, credo alguno filosófico, social, artístico o científico. Cada catedrático expondrá libre e inviolablemente, sin más limitaciones que las que las leyes consignen, su opinión personal filosófica, científica, artística, social o religiosa. Como Institución de cultura, la Universidad de México, dentro de su personal criterio inalienable, tendrá el deber esencial de realizar su obra humana ayudando a la clase proletaria del país, en su obra de exaltación, dentro de los postulados de la justicia, pero sin preconizar una teoría económica circunscrita, porque las teorías son transitorias por su esencia, y el bien es los hombres es un valor eterno que la comunidad de los individuos ha de tender a conseguir por cuantos medios racionales se hallen a su alcance. La Universidad procurará de preferencia discutir y analizar, por medio de sus profesores y alumnos, los problemas que ocupen la atención pública, y cada individuo será responsable de las opiniones que sustente...”

“Señor Rector de la Universidad Nacional: si esto se aprueba, el profesor Caso deja de pertenecer a la Universidad. Os lo prometo de todo corazón, con toda mi alma.”

La polémica, dispersa en la leyenda de los que ya no se atreverían a leerla en su integridad, se prolonga en las páginas de El Universal, con ventaja notoria de Caso. De allí se traslada a las asambleas, se prodiga en disquisiciones interminables y se extingue luego de un paseo de Caso por todos los latifundios del Espíritu, y de la exhibición de precocidad estalinista de Lombardo, el derrotado. A la distancia, la importancia del debate se acrecienta. La libertad de cátedra es fundamental, lo que se verá en los años siguientes y por ejemplo en la Escuela de Economía con la andanada derechista contra los profesores marxistas. Antes de 1968 la izquierda universitaria es mínima y muy sectorial y sectaria, y ante la intemperancia (sustentada en el porrismo) de las autoridades conservadoras o francamente reaccionarias, la libertad de cátedra es un baluarte -y recuérdese si no lo que sucede en las universidades privadas con la severa vigilancia de los programas de estudio y los salones de clase. La mayoría de los estudiantes se oponen a Lombardo y a la “Reforma intelectual y moral” del régimen de la Revolución, en especial a Lázaro Cárdenas, pero luego, al instalarse el oportunismo como el ecosistema del ascenso, modifican su actitud. El presidente Manual Ávila Camacho quiere “recuperar a los intelectuales para la Revolución”, en su versión burocratizada desde luego. Lo consigue y, por lo común, sin problemas.

Históricamente hablando, el experimento socialista aplicado como cambio al modelo educativo iniciado por Abelardo Rodríguez y continuado por el General Cárdenas no pudo haber llegado en un peor momento para México. Las heridas profundas que había dejado la Guerra Cristera aún estaban allí, recientes, cuando apenas habían llegado a su fin las hostilidades en 1929, precisamente el mismo año en que en Nueva York el crack de la Bolsa de Valores terminó arrojando a la economía norteamericana y junto con ella al resto del mundo a una profunda depresión económica que detonó el descontento de la clase media y las clases privilegiadas alrededor del mundo, todo ello agravado en México al no habérsele permitido al candidato predilecto de las clases conservadoras y ultra-conservadoras de México ocupar la Presidencia. A tan solo cinco años después de estos acontecimientos, este experimento para implantar la educación socialista constituyó una provocación abierta y directa a las clases conservadoras de México, una afrenta que jamás le perdonarían.

En rigor de verdad, aunque el Presidente Lázaro Cárdenas fué acusado en su época por los ultraderechistas de todo México de querer convertir al país en un país comunista al estilo de la Unión Soviética (el antisemita guanajuatense Salvador Abascal, firme creyente en las teorías confabulatorias de “la gran conspiración judía masónica comunista” y padre fundador de la Unión Nacional Sinarquista le dedicó al General Cárdenas todo un libro titulado precisamente Lázaro Cárdenas, presidente comunista), el hecho es que la reforma educativa no iba tan lejos como el tratar de implantar el marxismo en México y mucho menos convertir al país en una dictadura vitalicia como la que empezaba a padecer Rusia bajo Stalin. De hecho, la reforma educativa del Presidente Cárdenas no estaba tan alejada del espíritu de las reformas educativas que se trataron de implantar en Alemania excepto por el hecho de que en cierta forma coartaba el pleno derecho a la liberta de cátedra, lo cuál fue tomado prontamente como bandera por los ultraconservadores de Guadalajara para acusar a dicha reforma como una parte integral del gran plan para la “conspiración judía masónica comunista” para adueñarse del mundo, explotando la histeria que ya de por sí padecían los católicos jaliscienses que le hacían caso a estas bizarras teorías.

Cubrir en detalle todo lo que sucedió en la ciudad de México con la intentona de implantar una educación de corte socialista desde las escuelas primarias hasta las universidades llevaría un libro, y no se tratará de reproducir aquí lo que se puede consultar en otras fuentes.

Y mientras en la Ciudad de México se llevaban a cabo los debates intensos entre intelectuales de la talla de Antonio Caso y Vicente Lombardo Toledano, en la ciudad de Guadalajara los conservadores y los ultraconservadores cada vez más curtidos en el nazi-fascismo y alentados con las noticias que estaban llegando de Europa acerca del ascenso y consolidación en el poder del dictador ultraderchista Adolfo Hitler, no estando dispuestos a aceptar la imposición del modelo socialista de enseñanza, se preparan para dar su batalla, la cual estalla cuando el Rector de la Universidad de Guadalajara (la cual tenía apenas ocho años de haber sido fundada en el mes de octubre de 1925), el Rector Enrique Díaz de León, decide aplicar las conclusiones del Congreso de Universitarios Mexicanos que acordó la aceptación de la educación socialista como obligatoria en todo el país. Fue así como el 23 de octubre de 1933 un grupo de estudiantes opuestos a la reforma educativa encabezados por Carlos Cuesta Gallardo y los hermanos Ángel y Antonio Leaño Álvarez del Castillo se alzaron en contra de la misma apoderándose del edificio de la universidad y proclamando una huelga general, enfrentándose no sólo al Rector sino al mismo Gobernador de Jalisco Sebastián Allende, tras lo cual dos días después los soldados del 34 Regimiento al mando del General Manuel Limón desalojaron a los estudiantes del edificio enviando a la cárcel a 42 jóvenes que sumados a los que ya estaban detenidos previamente totalizaron más de 200 arrestos. Tres días después de esto, el 28 de octubre a petición del Gobernador Allende, el Congreso Estatal emitió una ley clausurando la Universidad de Guadalajara, con lo cual la huelga quedó sin efecto.

La revuelta estudiantil que tuvo lugar en Guadalajara, lejos de ser un movimiento unánime opuesto a la implantación de la educación socialista, estuvo fisionada en dos grupos: aquellos que apoyaban la educación socialista y aquellos que se oponían a la misma. En el primer grupo había un grupo de estudiantes, el Frente de Estudiantes Revolucionarios, así como un grupo de maestros encabezados por el mismo creador de la Universidad de Guadalajara, el Licenciado José Guadalupe Zuno Hernández (quien la fundó el 12 de octubre de 1925 siendo Gobernador de Jalisco), Ignacio Jacobo Magaña (el cual ocupó el encargo de Secretario General de Gobierno del Estado de Jalisco del 1 de abril de 1932 al 28 de febrero de 1935) y Julio Acero Cruz, grupo en el cual tuvo una actuación destacada Natalio Vázquez Pallares, el fundador de la Federación de Estudiantes Socialistas de Occidente (FESO). Pero no es éste el grupo que nos preocupa, sino el segundo, porque este grupo estaba conformado por juniors de la clase ultraconservadora de Jalisco que en sus pláticas privadas entre sí de lo único que hablaban era de “la gran conspiración judía masónica comunista” y de cómo estaban comprometidos a “salvar” a México de esta supuesta amenaza.

Un mes después, tras llevarse a cabo la liberación de los estudiantes detenidos y en medio de una tensa calma, el 27 de noviembre de 1933 se anunció la reapertura de la universidad, lo cual debería ocurrir al inicio del siguiente año, el 2 de enero de 1934. Pero esto lo único que logró fue paliar un poco los síntomas del conflicto, no la causa fundamental que era la insistencia del gobierno federal por llevar a cabo la reforma educativa implantando la educación socialista en México.

Así, mientras que en otras partes como en la Ciudad de México la lucha que se estaba llevando a cabo en contra de las pretendidas reformas al Artículo Tercero Constitucional era una lucha por la autonomía universitaria y la libertad de cátedra, una lucha en la que justamente se le demandaba al gobierno el respeto al carácter laico de la educación en México, en Guadalajara una cantidad creciente de individuos con familiares que habían tenido algún tipo de participación en la Guerra Cristera se estaba convenciendo de que su lucha era en realidad una lucha “en contra de la gran conspiración judía comunista masónica”. Así lo entendían, aunque no lo reconocieran abiertamente para no correr el riesgo de ser tildados como unos loquitos paranoicos. Esta es la parte de la historia que los fundadores de la Universidad Autónoma de Guadalajara han mutilado de su recuento oficial de las causas de su fundación. Esta histeria que los hacía ver judíos bolcheviques por doquier complotando para convertir a México en algo así como una confederación de “Estados Comunistas Mexicanos” explica la intransigencia y el obstinado fanatismo con el cual los estudiantes huelgistas en Guadalajara estaban llevando a cabo su lucha.

Al reabrirse la Universidad de Guadalajara el 24 de febrero de 1934 bajo un nuevo Rector, Manuel Ramón Alatorre Inguanzo, los conflictos estudiantiles regresaron con la reapertura de clases, máxime que las intenciones de introducir la educación socialista en la misma seguían en pie, y ya para entonces la oposición a la misma estaba coordinada por la Federación de Estudiantes de Jalisco (FEJ) cuyos principales directivos eran los mismos “agitadores” de siempre: Carlos Cuesta Gallardo quien fuera presidente de la FEJ en 1934 y 1935, Ángel Leaño Álvarez del Castillo quien fuera vicepresidente de la misma junto con su hermano Antonio quien fue otro también uno de los directivos, actuando en consonancia con Dionisio Fernández. La presión montada por la FEJ fue tal, que al Rector Alatorre Inguanzo no le quedó más remedio que renunciar a su cargo el 13 de octubre de 1934. Y, de nueva cuenta, tras la renuncia del Rector Inguanzo, al Gobernador Allende no le quedó más remedio que volver a clausurar la universidad.

El punto culminante, el clímax de los movimientos estudiantiles de protesta en Guadalajara, llegó el domingo 3 de marzo de 1935, apenas dos días después de que Everardo Topete Arcega hubiera entrado en funciones como Gobernador de Jalisco. Sin intención alguna de dejarse presionar como su antecesor y proclive al recurso del gran garrote, mostrando su falta de tacto y su inexperiencia en el difícil arte de la política, cuando creyó que en dicho mítin dominical las cosas se estaban saliendo fuera de control no vaciló en lanzar las fuerzas del orden público en contra de los manifestantes, creando una versión en pequeño de la represión estudiantil llevada a cabo en Tlatelolco en 1968. Como resultado de la refriega, hubo varias decenas de heridos y tres muertos: el Licenciado Salvador Torres González, el obrero José López y el campesino Crescenciano Nuñez. (Versiones no confirmadas de la época señalan que, con la excepción del Licenciado Salvador Torres González, los otros dos muertos no tenían absolutamente nada que ver con los movimientos estudiantiles de protesta, y supuestamente estaban en el mítin en calidad de mirones, tocándoles la mala suerte de estar en el lugar equivocado a la hora equivocada.) Los tres muertos serían elevados de inmediato a la categoría de mártires y eventualmente serían glorificados y ensalzados año tras año por aquellos que supieron aprovechar muy bien estas muertes con fines propagandísticos. Tras esta represión, el terreno estaba listo para la fundación de una universidad privada operando sin subsidio estatal, la cual empezó con el nombre de Universidad Autónoma de Occidente, el cual cambiaría tiempo después por el de Universidad Autónoma de Guadalajara. La universidad “oficial”, la Universidad de Guadalajara, no volvería a reabrir sus puertas sino hasta 1937, cuando su Rector Constantino Hernández Alvirde entró en funciones precisamente el mismo día en que se conmemora el aniversario de la Revolución Mexicana, el día 20 de noviembre. Tras la reapertura, se fundó en la universidad estatal la Federación de Estudiantes Socialistas de Occidente (FESO), cuyos integrantes mantuvieron una actitud de antagonismo constante con “la otra universidad”. Para enfrentar las provocaciones hechas por los estudiantes pertenecientes a la FESO, a los cuales veían como simples mercenarios al servicio de “la gran conspiración judía masónica comunista”, los creadores de la Universidad Autónoma de Occidente, los cuales junto con sus familiares estaban ampliamente familiarizados en tácticas de infiltración, simulación, traición, terrorismo y sabotaje -merced a las experiencias vividas durante la Guerra Cristera en sus enfrentamientos con el Ejército y funcionarios del gobierno federal- no tardaron en forjar una terrible organización secreta, cuyos miembros quedarían sometidos de por vida bajo un férreo juramento de lealtad, y los cuales se comunicarían entre sí a través de seudónimos, tal y como se había acostumbrado a hacerlo sobre todo entre los Cristeros que laboraban dentro de las dependencias públicas del gobierno federal y del gobierno estatal durante los tiempos de la persecución religiosa llevada a cabo a instancias del General Plutarco Elías Calles. Esta organización, lejos de ser disuelta al desaparecer con el paso del tiempo las circunstancias que dieron lugar a su creación, sería fortalecida, al darse cuenta los fundadores de la Universidad Autónoma de Occidente de que tenían en sus manos algo único, algo extraordinario que no se le había ocurrido a nadie, algo con lo cual podían extender sus influencias y su poderío más allá de las instalaciones en las cuales laboraba la comunidad universitaria, aunque al decidir hacer tal cosa terminaron forjando un pacto con el mismo Príncipe de las Tinieblas, el cual con el tiempo les habría de retribuír con enorme poder y riquezas materiales la conjura que habían empezado a echar a andar desde la Perla del Bajío.

Aunque en toda su propaganda la Autónoma de Guadalajara intenta cubrir sus primeros años de operaciones con aires de “heroicidad”, lo cierto es que desde el principio tenía muchas cosas a su favor. Por principio de cuentas, tenía el apoyo financiero de prominentes empresarios del Estado de Jalisco dispuestos a abrirles la cartera a estos individuos que se proclamaban a favor de la libre empresa -y a favor de los intereses económicos de los grandes empresarios que los apoyaban-. Además, al comenzar la UAG sus primeros años de operaciones, la Universidad de Guadalajara permanecía cerrada, de modo tal que los aspirantes a cursar una carrera profesional sólo tenían tres opciones: continuar con sus estudios en esta nueva universidad de carácter privado recién fundada en Guadalajara por estos individuos que se proclamaban en su superficie como devotos católicos, salirse del Estado hacia otro Estado para poder continuar con sus estudios, o dejar la carrera trunca. Esto por sí solo le garantizaba a la naciente UAG una amplia clientela. Y por si esto no bastase, tenía el atractivo cebo de que los estudios impartidos por la misma tendrían el pleno reconocimiento de la Universidad Nacional (hoy la UNAM). En esto los ayudó también un hecho fortuito del destino. Porque resulta que el fundador del Partido Acción Nacional, Manuel Gómez Morín, era precisamente el Rector de la Universidad Nacional cuando estallaron las protestas y los conflictos estudiantiles en Guadalajara con motivo de la pretendida modificación al Artículo Tercero Constitucional. Él fue precisamente quien se encargó de que los estudios universitarios impartidos por la nueva universidad en Guadalajara estuviesen plenamente acreditados por la UNAM, incorporando en efecto a la entonces Universidad Autónoma de Occidente a la UNAM a través de sus influencias con el Rector que lo sucedió en la UNAM, Fernando Ocaranza, favor que años después la UAG le pagaría a su benefactora y protectora enviándole agentes a la Ciudad de México con el fin de sembrar dentro de ella en los años sesenta las semillas necesarias para la fundación del grupo estudiantil universitario terrorista secreto de extrema derecha conocido como el MURO (Movimiento Universitario de Renovadora Orientación), inspirado totalmente en la propaganda neo-Nazi basada en el mito de “la gran conspiración judía masónica comunista”; tras lo cual, años después, le volvería a “pagar” el favor con Felipe Calderón recién instalado en el poder, movilizando a sus Tecos y Yunquistas en el Congreso de la Unión para tratar de decapitarle a la UNAM su presupuesto (después hablaremos un poco más sobre ésto). Y en lo que a Gómez Morín respecta, ya sabemos muy bien cómo le pagaron su ayuda, ya sabemos lo que terminaron haciéndole al partido político fundado por él, ya sabemos cómo terminaron inundándole su partido con Yunquistas y DHIACos infiltrados con toda la mala fé del mundo. Esta es la forma en la que esta clase de gente le paga a sus cómplices y benefactores.

En lo que toca a los motivos fundacionales de la Autónoma de Guadalajara, si bien la lucha se llevó a cabo en los años treinta bajo la bandera de la autonomía universitaria y la libertad de cátedra, en los hechos esa autonomía se convirtió en un pretexto para convertir las instalaciones universitarias en una zona de acceso restringido para las autoridades, una zona en la cual se podían llevar a cabo inclusive actividades ilícitas -crímenes, planeación de actos de sedición y sabotaje- sin que la policía pudiera entrar a las instalaciones para investigar dichos ilícitos a menos de que las mismas autoridades universitarias lo pidieran, algo que ciertamente no puede ocurrir cuando las mismas autoridades universitarias estén involucradas en la comisión de esos hechos ilícitos. En efecto, nació el precepto de la extraterritorialidad. Y así como en los años treinta se exigía libertad de cátedra para permitirle a los maestros la discusión de todo tipo de ideas, del mismo modo no hubo vacilación alguna en prohibirle a todos los maestros dentro de la escuela la discusión de cualquier cosa que pudiera estar relacionada con ideas propias de la izquierda, so pena de ser echado vergonzosamente a puntapiés, tal vez apaleado, y en el peor de los casos, “desaparecido”. Y si bien la protesta en los años treinta fue por la pretendida enseñanza obligatoria del socialismo en las universidades, los mismos que protestaron en contra de esta obligatoriedad no tuvieron empacho alguno en implantar en los círculos internos del estudiantado el aprendizaje de los materiales que empezaban a conformar otro tipo de socialismo que estaba teniendo un auge espectacular en Alemania: el nacional-socialismo, el Nazismo. Adaptado a la realidad mexicana, claro está.

El primer Rector de la Universidad Autónoma de Occidente fue Agustín Navarro Flores, aunque este individuo no era más que un frente, un recurso para dar la cara por otros, un sujeto al que podían quitar en cualquier momento. Cuando Navarro Flores dejó de prestar sus servicios en la UAG en 1956, quedó en su lugar Fernando Banda Iturrios (co-fundador de la UAG después de que fuera Rector de la Universidad de Guadalajara de 1926 a 1927), al cual también podían quitar en cualquier momento, aunque su fallecimiento en 1959 se encargó de jubilarlo de esta universidad que ya para entonces estaba terminando de consolidar sus actividades ultrasecretas relacionadas con la diseminación de sus ideologías de extrema derecha. Esos eran los tiempos de simulación en los que no había aún en la UAG rectorías vitalicias ni hereditarias. Si bien los fundadores de la Autónoma de Guadalajara, que gracias a ese reducto de fanatismo e intolerancia estaban destinados con el tiempo a beneficiarse económicamente a manos llenas convirtiéndose en empresarios acaudalados, en los años treinta estuvieron reclamando como estudiantes el pleno derecho para emprender una huelga universitaria en contra de algo que señalaban como injusto, ellos mismos en ningún momento estuvieron ni han estados dispuestos a tolerar disensión alguna dentro de las instalaciones universitarias de la UAG, negando terminantemente para otros lo que fanáticamente habían reclamado para ellos mismos. Jamás ha habido movimiento alguno de protesta estudiantil dentro de la UAG, y mucho menos una huelga estudiantil universitaria por la causa que sea. Para ello desde un principio han contado con algo que ni siquiera la Universidad de Guadalajara ha tenido jamás: una “policía estudiantil secreta” integrada por estudiantes “soplones” y matones cohesionados por el mismo fanatismo ultraderechista bajo el cual nació la Autónoma de Guadalajara, lo cual no ha cambiado en nada con el paso de los años. Lo único que ha cambiado es que han mejorado su juego para borrar sus huellas y desaparecer las evidencias que los delatan, pero todo, absolutamente todo lo que ha habido detrás de esta universidad desde que fue fundada ha sido una simulación de principio a fin, una simulación basada en la hipocresía, el fanatismo, la ambición, y la manipulación deliberada de la ignorancia y los temores del prójimo. No era posible esperar que gente de esta calaña tuviera la decencia de contenerse las ganas de extender su esfera de influencia hacia otros Estados con el fin de aumentar su poderío, y era solo cuestión de tiempo para que esto empezara a ocurrir.

Tras la derogación llevada a cabo por el Congreso de la Unión en el Artículo Tercero Constitucional del apartado relacionado con la impartición de una educación de corte socialista, la educación socialista que se había implantado en la Universidad de Guadalajara tras su reapertura en 1937 llegó a su fin pacíficamente cuando durante la gestión del Rector Luis Farah Mata se expidió una nueva Ley Orgánica el 23 de agosto de 1947 suprimiendo la educación socialista en la Universidad de Guadalajara y en todas las instituciones educativas incorporadas a la misma. En todo el tiempo que la educación socialista estuvo en vigor en el Estado de Jalisco, jamás evolucionó hacia una educación marxista como sus detractores alarmistas habían vaticinado que ocurriría. Del mismo modo, la Federación de Estudiantes Socialistas de Occidente también llegó a su fin, sin necesidad de que hubiera otra huelga y sin que se disparase una sola bala. Pero ya para entonces se había engendrado en Guadalajara un monstruo de proporciones inimaginables, el cual no se conformaría con quedar limitado a los ámbitos de la ciudad de Guadalajara, ni siquiera a los ámbitos del Estado. El monstruo del Doctor Frankenstein había cobrado ya vida propia, levantándose de la mesa en la cual había sido creado, listo para entrar en acción.

De este modo, puntales para la fundación de la nueva universidad privada, la Universidad Autónoma de Occidente, lo fueron los juniors de algunas de las familias más conocidas -y más ultraconservadoras- de la ciudad de Guadalajara, entre las cuales destacan en lugar prominente la familia Cuesta Gallardo, la familia Garibay Gutiérrez, la familia Pérez Vizcaíno, la familia López Delgadillo, la familia Navarro Flores, y muy en especial la familia Leaño Álvarez del Castillo formada por el Ingeniero Nicolás Leaño Vélez y Juana Álvarez del Castillo cuyos megalómanos hijos ya maquinaban desde un principio grandes planes para engañar y manipular a los demás con el fin de no sólo amasar una enorme fortuna personal sino también un enorme poderío político sin tener que dar la cara o exponer el pellejo, todas estas familias con sus cerebros embotados con la mitología de “la gran conspiración judía masónica comunista”, con todos sus miembros al servicio incondicional de una causa tan enfermiza como la adoración que en privado y en semi-privado le manifestaban a la bestia apocalíptica que desde Alemania se preparaba para arrojar a su país y al mundo entero a la segunda gran guerra del siglo XX. A la causa del naciente fascismo encubierto de Guadalajara eventualmente se sumaron otros personajes igualmente nazi-fascistas de corte moderno tales como los Ruano y el bastardo Raymundo Guerrero Guerrero quien por fín encontró en los judíos y en los comunistas el chivo expiatorio ideal para descargar todo su odio, sus resentimientos y sus traumas que había acumulado a lo largo de su vida a causa de su bastardez. En el seno de todas estas familias siempre se comentó y se prestaron entre sí aquellos libros que hablaban de una “gran conspiración judía comunista”. Y se admiraba al naciente régimen Nazi que empezaba a ensombrecer a Europa, elevándolo a la categoría de “salvador”. Los jóvenes de estas familias, en su mayor parte pertenecientes a una clase social urbana acomodada, la misma clase social que desde la ciudad estuvo apoyando las operaciones militares emprendidas por los Cristeros en el campo, desde un principio contaron entre los simpatizantes de su lucha con el apoyo espiritual de aquél sacerdote de Guadalajara, el mismo que durante la Guerra Cristera promovió las actividades de la U y el concepto de una organización ultrasecreta operando dentro de una organización secreta, al cual con el paso del tiempo se le sumaría la ayuda de aquél sacerdote jesuita importado de Argentina de nombre Julio Meinvielle impulsor también de la teoría conspiratoria “judía masónica comunista” y de Los Protocolos de los Sabios de Sión. Con este coctel infernal se consolidó no sólo la primera universidad privada de México, sino que la “U” volvió de nuevo a la vida con sus mañas de siempre pero con caras nuevas, aunque en esta ocasión volvería para quedarse con un plan evolutivo a largo alcance para arrebatarle el poder a los “usurpadores”. O, puesto de otra manera, para apoderarse del poder en México, ya sea abiertamente o en forma encubierta. Cuando en los años cincuenta y sesenta se rumoraba acerca de la existencia de un grupo promovido por sectores católicos para infiltrar por al Partido Revolucionario Institucional y destruírlo por dentro; estos rumores tuvieron su origen precisamente en las actividades clandestinas que estaban siendo llevadas a cabo bajo una férrea secrecía por la sucesora de la “U” en la ciudad de Guadalajara. Y aunque la calamitosa caída del Nazismo alemán en 1944 seguramente trastocó cualquier plan que se podría haber forjado con los simpatizantes del Nazismo en México para la implantación de un “nuevo orden” aliado a un nuevo orden mundial bajo el liderazgo de Adolfo Hitler, los objetivos de los conspiradores de Jalisco para México jamás cambiaron en lo absoluto; estos continuaron siendo los mismos. Primero México, y después... ¿el mundo?, porque esta es la forma en la que opera la mente del paranoico que sufre delirios de persecusión. Mientras haya un sólo “enemigo” suelto por allí, el perturbado no se sentirá seguro y no dormirá tranquilo, y su lucha enfermiza no terminará hasta que acabe con todos sus supuestos “enemigos” o hasta que la muerte se encargue de darle la tranquilidad y reposo que le son imposibles de alcanzar en vida. Es por esto que, no habiendo transcurrido ni siquiera una década del suicidio de Hitler, empezaron a aparecer a la venta en México libros de corte abiertamente antisemita hablando acerca de “la gran conspiración judía masónica comunista”, mismos que empezaron circulando profusamente en Guadalajara y que eventualmente llegaron al resto de América Latina preparando el terreno para la fanatización extrema de millares de hispanoamericanos que jamás imaginaron que todos aquellos materiales procedían de una sede de operaciones cuyos propietarios se consideraban y se siguen considerando hasta el día de hoy los continuadores y los herederos de la lucha que Hitler dejó inconclusa.